Madrugada
Luz, de faroles rojos. Luces piel de enamorada. Luces zapatos rojos. Luces la nada encarnada. Luz de los besos perdidos. Negra noche, noche envenenada. En cada hora tu hermosura, cambia el amor por locura, sucia falsa y oscura, que a la miseria conjura y tan joven, tan niña te hace tan madura. Negra noche, noche envenenada, ya no eres nada. Luz de los días más cortos de estrellas, que pisan el suelo con brillos de espejos rotos, que dejan caer desde el cielo cristales con tu imagen rayada, blanca cortada, esnifada. Luz de los vasos partidos contra tus labios pintados, de ojos perdidos. Negra noche, noche envenenada.
Ya no eres nada, ni siquiera madrugada, solo una noche estrellada... Contra el tequila, el ron, la farlopa, el caballo cruel que te desboca el sueño azul que en ti galpa, y el tiempo inútil de cada copa. Ya no eres nada. Luz de la madrugada.
Cantarranas. Ya no sirven oscuros callejones para ocultar amores encelados. Tulipanes nocturnos abrazados dejándose caer sobre cartones. Ya no escapa la vida a borbotones de los labios recién ensangrentados, al paso de los falos levantados.
Uniendo corazones y pasiones. Hoy se encuentran de amores olvidados, corazones que caen de los balcones y lloran por el puño amoratados
Hoy los labios están ensangrentados Por manos de hombres... de cojones
Castrados y cerebros ahuecados.