Los buenos hábitos para vivir

18 feb 2023 / 16:00 H.
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Jaén es una provincia históricamente olvidada por los partidos políticos, incluso (sobre todo) por las formaciones que sus ciudadanos mejor tratan en las urnas. Una provincia y una capital perdida entre un maravilloso mar de olivos, con deficientes comunicaciones, ajeno el nombre de Jaén a la actualidad de los informativos nacionales. Jaén necesita visibilidad. Ser noticia por motivos opuestos a la frustración. Y el deporte es un escaparate sensacional de cara al exterior, un inmenso altavoz, y un espejo de alegría contagiosa y compartida con vistas al interior. La Copa de España conseguida heroicamente por el Jaén Paraíso Interior FS en Granada el domingo ha hecho que el nombre de Jaén retumbe en la actualidad deportiva nacional y en los carruseles radiofónicos como una gesta de primer orden. Y también la alegría del ciclista Pogacar en Baeza, cuando al finalizar la carrera que ganó, esos 44 difíciles kilómetros en un entorno de olivos y olor a aceituna, dijo: “Ha sido como un cuento de hadas”. Porque estaba sorprendido por la cantidad de gente que aplaudió la Clásica Jaén desde la cuneta durante la tarde de un lunes helado de febrero.

El fútbol sala es un deporte de auge relativamente reciente. Tuvo un extraordinario impulsor a principios de los 70, el periodista José María García, que batía cada noche récords de audiencia en la radio en aquel “Hora 25” dirigido por Manuel Martín Ferrand. El Inter fue un equipo integrado en sus inicios por periodistas deportivos de la época. Tenía un excelente cancerbero, un tipo de estatura enorme, Luis de Benito, maestro de las ondas en RNE. El Inter disputaba los partidos en el Polideportivo Antonio Magariños de Madrid, sede del Estudiantes, ante un público mayoritariamente joven. Y se fue extendiendo la afición por el fútbol sala. En 1987 llegó a Jaén con la creación de su equipo. Porque el fútbol (en sala o sobre el césped) tiene el enigmático mérito de aumentar la autoestima de la gente, de provocar una alegría infinita, inexplicable desde un postulado racional, dado que no cambia la vida de nadie, pero aísla momentáneamente, por ejemplo, la angustia del inminente pago de la hipoteca. “Oé, oé, oé...” gritaron miles de personas al paso del autobús del Jaén Paraíso Interior en la triunfal rúa del equipo campeón por la ciudad.

Habría, claro, quien recordara los muchos años que el Real Jaén suma sin propiciar una alegría colectiva. El Real Jaén, sí, de disgusto en disgusto. Un histórico del fútbol español hundido en el anonimato. Jugando contra equipos sin pasado (quizás también sin futuro) a veces en campos infames. Pero sobreviviendo contra la adversidad. La lucha del Real Jaén por su supervivencia consiste en una admirable batalla permanente a pecho descubierto plagado de heridas que no tiene quien le escriba, como aquel coronel de la novela de García Márquez, sin visibilidad en Tercera Federación, pero mucha gente, dentro y fuera de Jaén, cuenta cada tarde de domingo los puntos que separan al líder del grupo IX, el Real Jaén, de sus inmediatos perseguidores, el Marbella y El Palo, para lograr el ascenso directo, porque el Real Jaén habita clavado en el alma de esos aficionados y Arregui está en los cielos. El Real Jaén hincado en lo gris. Pero volverá. El maestro Vica ya no escribirá las crónicas de los futuros éxitos del equipo ni Ángel del Arco cantará esos goles por la radio. Pero el Real Jaén, sin duda, volverá. Tócala otra vez, “míster” Chumilla.

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