Los blancos azahares

    17 mar 2021 / 11:35 H.
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    La mañana amanecía serena. En los rojos tejados el sol iba derritiendo su luz suavemente, mientras la aurora se escapaba una vez más como una bailarina de leves giros y armónicos adagios. En el jardín aún se sentía el fresco aliento del rocío, la dulce caricia sobre las plantas que se mostraban húmedas en un beso de amor correspondido. El viento susurraba versos de luz clara, y la fuente, allí en su rincón amable y silencioso, cantaba un cántico de transparentes gotas. El cielo azul intenso se mostraba anunciando su llegada inminente, porque marzo trae siempre la esperanza de volver a soñar con ella. Ella la que viene transformándolo todo, cambia el colorido de los montes, el tono de los cielos, la temperatura del ambiente, el aroma de los espacios. Ella sabe dar esos tonos verdes a los pies de los árboles, llena de dulces esencias los caminos La de los suaves vientos y cálidas miradas, la de los aromas más dulces, los colores más hermosos, las sensaciones, las emociones... los sonidos más alegres que entonan las aves que han vuelto a sus nidos un año más. Ella recita versos de aromas, de susurros de amores, de marchas que envuelven el entorno y dejan sus melódicas sonatas en una noche de estrellas o una mañana suave acariciando sus murmullos todo lo que encuentra a su paso. Tiene magia en sus manos, alas de mariposa, pies de guirnaldas de flores y de bellos coloridos que nunca se repiten, miles de verdes se mezclan dibujando un paisaje donde la armonía se ha tumbado en la tierra. El agua del río se mudó de repente, y una nueva sinfonía parecía entonar cuando ayer me acerqué a sus orillas. Mas este año tampoco podremos sentir en las esquinas una marcha que llora mientras las estrellas con sus velos de plata alumbran esa noche de “Encuentro”. Ni el sol verá esa tarde de tuna que cante para ella. No habrá capirotes, ni el incienso que aroma con sus mágicas nubes. Ni pintará la cera el frío pavimento. No habrá saetas que entonen en el viento sus compases de llanto. Ni pasará su sombra sobre los viejos muros, ni su cruz, ni sus pies descalzados... Pero hoy, yo he sentido que casi la tocaba, porque he visto en los naranjos los blancos azahares que ya se han despertado.

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