Los 1.200

14 may 2025 / 08:55 H.
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Bueno. La cosa es que una no cumple 1.200 años todos los días, así que la pobre Jaén se ha comprado una rebequilla nueva, y unas medias de algodón, y un pintalabios que estaba en oferta. Y tiene intención de ir a todas las actividades, no se quiere perder ni una. Sobre todo si ponen catering en plan gourmet. Es muy sibarita, ella, y un poco agarrada, todo hay que decirlo. Por eso cuando dan comida gratis en los actos, se pone tibia. Y vigila de reojo que nadie la mire para enrollar en las servilletas las gambas y las croquetas que sobran, y se las guarda en la bocamanga para la cena. Al fin y al cabo ella es la anfitriona. Todos los eventos son en su honor.

Y es que resulta que la nombraron capitala a ella, a Jaén, hace ya la friolera de 1200 años. Y a los políticos y a los técnicos municipales, que son muy espabilados, les ha parecido una idea fastuosa lo de promocionar la efeméride a lo grande, con actos y con canapeses.

Y a ella, a la pobre Jaén, al principio cuando se lo dijeron, no le hacía mucha gracia, las cosas como son. Lo primero de todo es que resulta que ella ni siquiera se acordaba del aniversario en cuestión. Ha pasado muchísimo tiempo, y esa etapa de su vida la tiene más que olvidada. La presunta capitalidad es una de esas cosas que a ella le pasaron en una época bastante convulsa, y se conoce que no le dio en su momento mayor importancia.

Pero los políticos y los técnicos municipales buscaron por aquí y por allá, y se trajeron a unos historiadores muy reputados y curriculados que concertaron una cita con la homenajeada, y le explicaron con documentación escaneada, y proyectada a través de un power point, que la cosa tenía mucho mérito, y que no se podía dejar pasar, más que nada por si atraíamos, de camino, a algunos turistas despistados. Y ella, la pobre Jaén, se ha prestado a participar en todo este jaleo de muy buen grado, porque la economía local le preocupa mucho y hace cualquier cosa por impulsar el “i-más-de-más-i”, que es una cosa muy bonita que sirve para crear puestos de trabajo directos, indirectos y estructurales y todo.

Aunque por otro lado, tampoco le hacía muchísima gracia eso de que le fueran recordando su edad, en un montón de actos. Pero bueno, como también iban a venir hasta los mismísimos Reyes de España, la cosa pintaba fenomenal. Iba a ser una celebración de mucho brillo y de gente distinguida y refinada. De hecho, la víspera de la visita de sus Majestades, se puso, ella, los tacones, y se plantó a media mañana en su peluquería de confianza, para estar bien guapa en las fotos que le hicieran con los monarcas y demás autoridades. Pero cuando estaba en la pelu, contándole a sus vecinas, más ancha que larga, el menú que se iba a meter entre pecho y espalda en la comida homenaje junto a los Jefes del Estado, de pronto saltan los plomos de toda España entera y de Portugal inclusive.

Madre mía Santísima, qué sofocón. Con lo guapísima que la estaban poniendo y resulta que con el apagón, en mitad de la permanente, el secador de la pelu se quedó sin aliento, y la dejaron a medias con un peinado regulinchi, que carecía de nivel efeméride.

Y para remate, se entera, después, por la radio, que sus Majestades deciden anular el viaje, y se queda la pobre con dos palmos de narices, sin fotos, sin banquete y sin visita real. ¡Ay, Dios!

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