Llanera

    23 jun 2024 / 09:47 H.
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    Los romanos crucificaban a la gente para que a los demás les sirviera de ejemplo, y esto implicaba que los condenados fueran expuestos de manera clara a la vista de los viandantes. No existía un solo lugar destinado a este tipo cruel de ejecuciones, sino que, para dar más efectividad, se utilizaban los cruces de caminos y se llenaban de cruces con crucificados. Esos lugares eran las encrucijadas que pasaron al mundo cristiano futuro como una verdad esotérica como símbolo de la elección entre el Bien y el Mal, símbolo del doble camino que separa el mundo de los muertos. Es en la encrucijada del Hades (inframundo de los griegos) donde vela el Can Cerbero. Perro de tres cabezas que enfrenta una al recién llegado dejando pasar el alma del fallecido, mientras las otras dos cabezas giran en sentido contrario tratando de evitar un eventual regreso de los muertos a la vida. La de la izquierda prohibirá el regreso a la vida de aquellos que hayan bajado a los infiernos, la de la derecha hará lo propio con aquellas almas que habiten en los Campos Elíseos (el cielo, para entendernos). En otras palabras el Can Cerbero era el portero implacable de los cielos y los infiernos. Me viene todo esto a la cabeza cuando he sabido del aplazamiento del regreso del figura Carles a la vista de los Cancerberos judiciales que le acechan en su regreso. No lo tiene claro, y tampoco lo tienen claro los amnistiados.

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