Lista negra ¡ya!

    14 jul 2021 / 13:37 H.
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    Con la venia... El caso que nos ocupa no es la defensa de partes en litigio en donde a través de juicio se dictará una sentencia para litigantes. Nos remitimos a la firma de un convenio entre partes. Donde una de las partes implicadas acude a una abogada (recomendada) para pedir asistencia en tal asunto. Tras ser escuchada esta, dicha parte y abogada aceptan. Abogada que, cabe señalar, resultó estratosférica en su tarificación. Es por lo que quien necesitaba de su asistencia, horas después, no tuvo más remedio que renunciar a la abogada. Pues sería un abogado conocido, en otra tarificación quien, tras escuchar a la misma parte señalada, le asistiría. Cabe decir que, abogada y abogado, por ni tan siquiera haber producido la hoja de encargo tras escuchar y aceptar el caso, incurren en mala praxis. Al parecer este proceder es algo demasiado generalizado entre determinados miembros de la abogacía española que intervienen en conflictos en que asisten. Pero los hechos continúan, pues en el ejercicio de su trabajo, el de defender a sus clientes, parece ser que con demasiada frecuencia se inicia como una especie de conchabanza consentida entre ellos (representantes de las partes) como táctica para justificar sus abultadas minutas que cobran a sus clientes. Es por lo que a esos miembros de la abogacía se les puede calificar de maquiavélicos reyes del pleito. Que cuando “asisten” dejan pasar el tiempo (desde su inacción) entre días, semanas, meses..., para redactar un simple documento (acuerdo entre partes —de dos páginas de copiar y pegar—). Estos demoran claramente con la miserable excusa de la dificultad para contactar entre gabinetes y proponer acuerdo a las partes asistidas. Con la venia... Esto no se puede permitir. A veces, habiendo avenencia de partes, la consecuencia de esta mala praxis llega a convertirse en sufrida agonía para las partes, con la conllevada pérdida de la confianza en el sistema judicial. Esto no es de justicia: ¡entérense abogados! Porque cuando las partes han aceptado lo que le van a pagar por sus minutas, no cabe demorar. Ello es indecente e inmoral. Por lo que ante tantas listas creadas; es necesaria otra lista negra ¡ya! Donde los infidos señalados fueren como los conocidos abogados para no ser contratados.

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