Limpieza general

    16 mar 2025 / 09:30 H.
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    Anoche soñé que todo fue posible. Que la Revolución, por una vez, revolucionó favorablemente. Que los ajustes de cuentas fueron justicia real, humana y poética, sin arbitrariedades ni linchamientos. Que los que dirigían nuestras vidas con la vil desidia de un titiritero alcohólico huyeron al vernos calle arriba pertrechados con nuestras hoces, garrotes y navajas de muelles. Que el pueblo unido jamás y todo eso se materializó entre sinceros abrazos y sonrisas refulgentes. Que nadie acaparó protagonismo, que los megáfonos pasaron de mano en mano y de garganta en garganta verbalizando proclamas a favor de la sanidad, la vivienda, el trabajo, las pensiones, la inmigración y la continuación de la serie “El Ministerio del Tiempo”. Que los bancos volvieron a regalar bolígrafos, que los políticos se convirtieron en gestores, desterrando ambiciones e ideologías, que las sombras devinieron en luces, que la brisa se instaló para siempre por todas partes. Que no se cometieron más delitos, que no se celebraron más juicios, que todos los presos se apuntaron a clases de baile. Que la crueldad, la envidia y la mentira desaparecieron del diccionario. Que la traición se traicionó a sí misma, matándose. Anoche soñé que la dignidad fue costumbre.



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