Liderazgo en la catástrofe

01 dic 2024 / 09:19 H.
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Hace ya un mes del desastre natural provocado por la dana en la provincia de Valencia. Una tragedia que ha dejado muchas personas muertas y un número indeterminado de desaparecidos como consecuencia de la peor gota fría del siglo en nuestro país. Los medios de comunicación nacionales e internacionales se volcaron ante un hecho de tan enorme trascendencia. Las cadenas de televisión, singularmente, alargaron sus programas especiales generando un boom informativo sin precedentes integrando a todo de tipo de personas en sus espacios, unos más acertados que otros, con opiniones para todos los gustos y trasladando enviados especiales a la zona que, esencialmente, pretendían que se pudieran visibilizar los daños con todo lujo de detalles pero, fundamentalmente, centrándose en la tragedia de muchas familias que se quedaron sin vivienda, sin ninguno de sus enseres y sobre todo sin sus seres queridos. Ante esta situación lo que si ha quedado claro y patente es la falta de liderazgo en nuestros dirigentes políticos, algo que reclamó en su momento y sigue reclamando la ciudadanía. Independientemente de cómo se gestionó esta catástrofe natural, de los avisos tardíos a la población y del empecinamiento de echarse la culpa los unos a los otros, lo que si ha quedado meridianamente patente es que no ha existido una figura visible que tomara la responsabilidad de cómo acometer los hechos y analizar los avances. En la época de la covid-19 fue un epidemiólogo el que centralizaba toda la información a la ciudadanía, al igual que una experta del Instituto Geográfico Nacional en la erupción del volcán de la Palma, con el objetivo de que llegara una información veraz y evitar la difusión de bulos en un proceso de intoxicación informativa brutal sobre todo a través de las redes sociales. Creo que todos hemos asistido a un exceso de información desde distintos medios en la que ya se atisbaban indicios de culpabilidad de la clase política dependiendo del medio que la difundiera, ocasionando episodios de desinformación, tal vez interesada. A la clase política, enfrascada en sus diatribas de partido, le faltó la empatía con las víctimas, algo que si demostraron los miles de voluntarios de todo el país que acudieron en un acto de solidaridad encomiable. Pero faltó y sigue faltando, sin lugar a dudas, el liderazgo político necesario en una situación de crisis. Declaraba recientemente Alfonso Guerra que los españoles no somos buenos haciendo la selección de gobernantes en una clara alusión a la falta de liderazgo de muchos de ellos y a un modelo de gobernanza en la que el gobierno decide de manera predominante el sentido de dirección, rumbo y proyecto de sociedad. En este sentido, en la catástrofe sufrida en la comunidad valenciana los cálculos de los gobernantes nacionales y autonómicos han sido incorrectos y técnicamente insuficientes, propiciando que sus decisiones no hayan tenido la aceptación y el respaldo de la ciudadanía con un claro rechazo a la reputación de los gobernantes. Podríamos decir que en este caso se ha confundido el concepto de liderazgo con ocupar determinadas posiciones formales existentes en el Estado y en la Autonomía Valenciana y aunque ambos conceptos no son excluyentes, si es cierto que la posición formal implica actividades de gestión que son muy distintas al ejercicio del liderazgo. Gestionar es sacarle partido a lo que ya se tiene o a lo que se puede disponer haciendo que las estructuras funcionen, se muevan; en tanto que liderar supone implicar a otros, colaborar, dinamizar, innovar, generar satisfacción, desarrollar en suma un trabajo productivo y coordinado que genere expectativas positivas en los afectados. Ahora, después de la reconstrucción, que será muy larga, queda por ver como llegan las ayudas a los que realmente lo necesitan y que no se pierdan en el camino por la burocracia y por las diferencias de color político de las administraciones. Los afectados tienen derecho a una navidad feliz.



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