¡Levántate maestro!

    07 jul 2024 / 10:54 H.
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    Desde nuestro cómodo asiento de frescas hierbas renovadas, año tras año en la empinada ladera del Castillo de Segura de la Sierra, nosotros, la gente, comprendíamos el mensaje que el loco torero nos mandaba: ¡Música maestro! ¡Música para el maestro! El maestro de la Banda de Música se levantaba, firmaba con la batuta en el viento de Segura, la banda obedecía y comenzaba a sonar, todos los años, la misma melodía que nuestro loco torero mezclaba con gritos y murmullos que solo él oía. Manolete... Manolete... Llevas sangre de valiente... ¡Maestro, levántate maestro! Gritaba el loco torero desesperadamente mientras sonaba la banda con Manolete por bandera. Terminado el pasodoble, en ese instante en que el maestro de música da un corte brutal y definitivo al viento, al aire y a la música lanzando la batuta hacia abajo a la vez que endereza la espalda y levanta la cabeza mostrando ser la autoridad en los sonidos que el viento repartía después por las laderas del monte de Segura, el loco torero, soltaba su camisa ya parda, ya jironada en jirones de cintas desordenadas, y dejando tirado al viento en el centro de la arena, hincaba la rodilla en tierra, mirando al suelo y dejaba caer dos gotas, dos lágrimas sobre una agonía que solo él veía. ¡Manuel, levántate! Un día quise saber por qué hacía aquella última reverencia a los suelos de Segura y me acerqué a su figura llena de manchas de barro de arena y vino.

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