León XIV
Nadie se atreve a decir algo malo del nuevo líder espiritual de la cristiandad, muy probablemente porque no lo haya. Al menos por ahora porque cuando muera le pondrán todos los fallos posibles. Ya se ha visto cómo al venerado Francisco han tratado de deslucirlo quienes dos días antes le admiraban públicamente. Ahora hay quien dice que no sacó ninguna orden escrita y obligatoria que cuadrara con sus palabras en los aviones. Quienes esto hacen, en mi opinión, desconocen lo que es un liderazgo espiritual lejano a los conocidísimos Decretos Leyes de un presidente de Gobierno o los no menos vistosos firmados en público por el presidente de EE UU. En la Iglesia no caben revoluciones al estilo Díaz que obliguen a todos los cristianos a fichar a la entrada de la iglesia los domingos a las doce, o bien solicitarle que presente documentación de no haber pecado antes de recibir la eucaristía. Yo tengo la impresión de que las cosas de palacio y aún más despacio si con la Iglesia hemos topado. Lo cierto es que Francisco ha imbuido un mensaje de sencillez y sencillo de entender cuál es huir del boato y las prebendas y del sí porque yo lo digo. Dado lo que se conoce de León XIV, no parece que la línea vaya a cambiar mucho aunque va a necesitar la ayuda de la Paloma en forma de Espíritu Santo. Deseémosle consiga, de una vez por todas, que la Doctrina Social de la Iglesia sea más conocida.