Laudato Si

    25 abr 2025 / 09:01 H.
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    Ha muerto el papa Francisco. Puede que ya estemos saturados de información sobre su vida, sus exequias o su sucesor, pero creo que en estos tiempos arancelarios hay que hablar de él. Mi primera impresión fue de expectación ante alguien que perteneció a la jerarquía católica argentina, en su mayoría cómplice u ocultadora de la dictadura militar. Aun así, sus primeras palabras fueron un soplo de aire en una Iglesia cimentada durante años en el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. Levantó las alfombras de la pederastia y la corrupción dentro de la institución. Avocó por una Iglesia pobre y para los pobres. Habló del cuidado de la casa común; “hermana Tierra” la llamó como Francisco de Asís: “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. Olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura...”. También nos mostró que no debemos tener miedo a la bondad o a la ternura, porque no son virtud de los débiles sino que denotan fortaleza de ánimo, de apertura al otro, de amor... Sí, hoy más que nunca hago mías sus palabras.




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