Las ferias de ayer

    18 oct 2025 / 11:36 H.
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    Todo parecido con la feria de San Lucas de ayer es toda ciencia-ficción. El pasado es como la hoja baída y hepática del otoño que se cae del árbol sin saber qué rumbo tomar. Ir en busca del tiempo perdido de Marcel Proust es como hurgar en la herida de la melancolía. Aquellas ferias octubreñas pasadas por la miseria, los piojos y el hambre nos marcó para siempre a la juventud nacida entre bombas y bombas, es decir, que los hijos de la posguerra no fuimos felices, ni por supuesto como ocurre con los cuentos de príncipes y princesas no comimos perdices. El látigo de Eusebio, los coches locos de Pérez, las barquichuelas de Vicente nos distraían, aunque sin jayares en los bolsillos, porque la cosa pintaba bastos. El teatro chino de Manolita Chen, la revista de Zori Santos y Codeso como siempre ocurría visionada en el teatro Cervantes, devolvía la alegría para amortiguar la pesadumbre que tanto azotaba. Como siempre ha ocurrido en esta feria ultimera del año, los que se pasaban de las copas de vino, hacían el ganso y eran el hazmerreír de los paseantes por las calles de la Salobreja, lugar donde se instalaron las primeras ferias de los años cincuenta. Mi deseo es que pasen estas Feria de San Lucas a pedir de boca.

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