Laberintos y parapetos

    24 nov 2024 / 09:03 H.
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    Déjame vivir, te lo pido por favor. No quiero que nadie me salve, me declaro culpable de todos los cargos, pero deja de incordiar. Ya te he dicho que no, que ni mindfulness ni risoterapia ni yoga en pelotas ni leches en vinagre. Paso de pintar mandalas o de hacer alfarería, no pienso apuntarme al gimnasio y me importa un carajo lo que sea eso del crossfit. Déjame sobrevivir a mi manera; vamos a ver, que igual es cosa mía, que tengo tres días con pasado mañana, pero es que no se puede entrar en un bar, como haces tú, y pedir un café arábico con leche de avena y chirivía, y encima para llevar. Por lo menos, ten el valor de tomártelo en la barra, con las personas, y no andes por ahí flotando en tu patinete sin que nadie te recuerde que eres mortal, que lo eres. Llámame raro, pero creo que debes dejar de abrazar por la calle a la gente, debes dejar de hablar al personal del yo cósmico y del tú paralelo, del nosotros mayestático y del ellos conjunto vacío. Por mí no te preocupes, yo esperaré en mi dédalo oscurecido por la lucidez a que mi corazón, de latir, se pare cuando el tiempo no me prorrogue las horas. De verdad que no necesito que vengas solo o en compañía de otros para bailar alrededor del árbol de la chispa de la vida. Yo bailo fatal, pero tengo muy buena puntería...

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