La viuda inventora

    20 ago 2019 / 11:18 H.

    En 1910, la viuda de López e Hijos —no he conseguido saber su nombre— hizo constar en el neonato Registro de la Propiedad Industrial una idea a nombre de la empresa familiar que encabezaba. Recibió el número 40.860 como “patente de invención”: “Un producto industrial consistente en el tapizado exterior de los féretros”. Tardaron un mes justo —del 20 de mayo al 20 de junio— en darle el aprobado a la creación. Una innovación para la época: Cubrir los féretros de manera artística y darle una capa más de lejanía a la muerte. Era como revestirlos de luz y, acaso, acercarlos al más allá. Tardaron tres años en poner en marcha el proyecto; acaso la hemeroteca provincial tenga constancia, pena que no sea digital. Sea como fuere, el negocio no fue próspero; no eran años de revestir cajas fúnebres. Solo de enterrar a los que volvían, si es que volvían, del Rif, la Guerra de Marruecos. La viuda de López e hijos dejó de pagar los derechos de la patente, una concesión por veinte años, y acabaron caducando. Se arriesgó y emprendió en 1910. Si quieres ver cómo era aquella creación, con permiso de la @OEPM_es, y si sabes más, en Twitter: @margareig.