La vida sigue igual

    20 jun 2021 / 12:47 H.
    Ver comentarios

    Es de suponer que toda persona que se precie de serlo se habrá preguntado en algún momento de su vida, o un día sí y otro también, por qué existe y persiste está alevosa doble vara de medir que reina en este puñetero mundo. También podríamos preguntarnos por qué el ser humano atesora, por decirlo de alguna manera, ese egoísmo embrionario, consustancial y a todas luces bastante pertinaz, que nos ha y nos sigue calificando a lo largo de nuestra más que dudosa evolución a través de esta magnífica historia universal que hemos construido. Si bien es cierto que en algunos aspectos hemos mejorado, por atenernos a algún consuelo, se puede apreciar, sin llegar a ser demasiado avispado, que en el núcleo primigenio, las cosas, las actitudes, los mecanismos más rudimentarios y las necesidades vitales y algunas no tan vitales, no han cambiado. Pueden cambiar las formas, pero el fondo más pernicioso permanece. Pero bueno, aquí entramos en terrenos resbaladizos que solo pertenecen al campo especulativo o al análisis concienzudo de grandes filósofos, estupendos estadistas, magníficos visionarios, economistas iluminados, mesías, profetas y enviados religiosos, historiadores confusos, petulantes tertulianos, sabios de taberna, jubilados de banco y barandilla, y algunos “osados” opinantes que pisan charcos que quizás no le corresponden, como puedo ser yo perfectamente, etcétera y más etcétera. Pero si nos ceñimos a la realidad evidente y tangible, a los hechos, como se dice en las películas, y en las reuniones más importantes, se puede constatar sin temor a equivocarnos, que, por ejemplo, todavía existen conflictos armados, que viene a ser el eufemismo más bastardo para solapar que se está matando al prójimo por aquellos intereses más bastardos, que a pesar de los pesares y aunque haya casos excepcionales, nuestro destino y fortuna va a estar condicionado en gran manera, dependiendo de nuestra procedencia de alta cuna u origen de baja cama, del continente que nos contenga, del país, estado, provincia, región, barrio, lugar o hábitat donde seamos reconocidos. No es menos constatable que la discriminación racial permanece, aunque se quiera enmascarar con burdos artilugios, y aunque a veces no seamos conscientes de ello, y que las fobias, violencias y desigualdades en el ámbito sexual o de género, siguen presentes con distintos grados de incidencia en todo el mundo. También resulta indignante y preocupantemente paradójico que todos los gobiernos del mundo, las prestigiosas cumbres de los “G”, el FMI, hagan la vista gorda ante la enigmática existencia de los paraísos fiscales, y sin embargo controlen con especial esmero las parcas huchas de marranos de barro donde guardan los ahorros sus ciudadanos asalariados. En definitiva, nos guste o no, habrá que darle la razón al señor Julio Iglesias: la vida sigue igual.

    Articulistas