La verdad duele

Es una de las frases más repetida y menos pensada de todas las frases que el ser humano utiliza cuando trata de explicar algo y no sabe cómo hacerlo. Cuando se encuentra en esa tesitura, sin tiempo para pensar una respuesta adecuada, lo más común es hacer uso de los pensamientos que otros han tenido antes y que han dejado reflejados en una frase de las mal llamadas lapidarias. Mal llamadas porque en la mayoría de los casos no son las más adecuadas para una lápida aunque pudieran estar escritas en cualquier piedra. Y es verdad que la verdad duele, pero sólo si va precedida de la mentira pues, de otra forma, la mentira siempre será verdad a menos que algún día sea desmentida. Ese día no será la verdad lo que duela, sino que será la mentira la que produzca el dolor. Y el ser humano, consciente de que era feliz con su mentira, dejará caer toda la culpa de su dolor en la verdad que le sacó de su particular paraíso de felicidad. La conclusión es que la verdad sólo duele cuando nos obliga a apartar la mentira que nos hace felices. Ser libre necesita de un esfuerzo que la mayoría de los humanos no están dispuestos a llevar a cabo. Y en cierto modo es comprensible por cuanto hace ya algún tiempo que la felicidad desplazó a la libertad en su ranking de objetivos. Evidentemente se puede ser feliz y no ser libre. Es más, la felicidad nunca fue una prioridad en las civilizaciones avanzadas.