La uva covid

    04 ene 2021 / 19:55 H.
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    De entre las variedades de uva autóctonas en España; la Rufete, la Graciano, la Monastrell, la Mencía, la Bobal, la Garnacha, la Prieto picudo, la Tempranillo, la Cariñena o mazuelo, la Xarello, la Albillo, la Palomino, la Godello, la Albariño, la Airén, la Macabeo (viura), la Verdejo, la Garnacha blanca: hasta 2018 eran dieciocho variedades y en 2019 ha llegado “la uva covid”, que ha venido para quedarse por siempre y desde su llegada reinar de entre el resto de uvas centenarias asentadas por el país. Ni vinos, ni cavas, ni campanadas... todo se ha aguado desde la venida del “racimo covid”. ¿Qué dejará? Entre fiestas y celebraciones mutiladas en la actual batalla de la pandemia, mañana, sin armisticios cuajados que han derivado solo en varios intentos de llegar a una deseada normalidad que se resiste, se despide este año 2020. Los dramas personales son innumerables más las carencias socorridas con parches y las faltas suplidas con fallidas terapias, no encuentran consuelo que alivie al hambre y al dolor de las almas que realmente están sufriendo las secuelas de esta pandemia. Si existe una triste realidad que permanentemente se repite a lo largo de la historia, esa es la de la clase obrera, pues a esta le resulta altamente difícil encontrar y mantener un medio de subsistencia que le permita vivir con dignidad y mínima decencia, ante la normalidad o ante lo sobrevenido. La clase obrera del país de las Españas está pero que muy jodida, y no solo por la mala uva covid en si (enfermedad), sino porque en este mes de diciembre, que finaliza mañana, comenzó con los peores datos del paro registrados desde noviembre de 2012. El mes pasado cerró con un aumento de 25.269 parados y una diferencia mensual de 0,66%. Mirando a 2019, la subida es del 20,42% y 653.128 parados, para estar cada vez más cerca de los cuatro millones: 3.851.312 personas desempleadas. A estas personas que conforman el paro registrado, se les suman los 746.900 trabajadores que aún continúan en ERTE y cuyo futuro inmediato sigue siendo incierto. En tanto “la uva covid”, reina absoluta, no permite que mañana, fin de año, la clase obrera se coma las tradicionales uvas en la Plaza de las Tendillas, en la Puerta del Sol... y cómo no, en los hogares que alberguen a la vez más de diez currantes. De cotillones y fiestukis, ni hablamos.

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