La UJA inclusiva

29 nov 2016 / 12:28 H.

Durante esta semana se celebra en la Universidad de Jaén el IV Congreso Internacional sobre inclusión y discapacidad intelectual, promovido por la Universidad de Jaén y Aprompsi, la gran entidad de la discapacidad intelectual en Jaén, que aglutina a casi 5.000 socios y sin cuya labor social no se entendería la cohesión social en nuestra provincia. La inclusión social de las personas con discapacidad hay que entenderla como un proceso y desde luego como una evolución de maduración democrática en el reconocimiento derechos. El próximo mes se cumple el X aniversario de la Convención Internacional de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. España fue el primer país en ratificarla y aprobar su protocolo facultativo y, sin duda, ha sido uno de los países del mundo que más rápidamente ha avanzado en la aplicación de sus mandatos. La realidad social de las personas con discapacidad ha cambiado mucho en esta última década y junto a esos cambios en el reconocimiento de su dignidad y sus derechos, también han cambiado sus expectativas y proyectos vitales.

Los jóvenes con discapacidad disfrutan de una mayor exigencia de sus derechos y reclaman su derecho a la igualdad de oportunidades sin necesidad de “hacer bandera” de sus diferencias, sino desde la normalidad. Por otro lado, en la sociedad del conocimiento y el aprendizaje, la exclusión y la discriminación van a venir marcadas, no tanto por la circunstancia personal o social, o la discapacidad de cada persona, sino por su nivel educativo. Los déficits educativos serán así los que generen mayor vulnerabilidad a las personas. Por eso, es importante el cumplimiento del artículo 24 de la Convención, que reconoce el derecho a la educación inclusiva y el fomento de la educación superior de las personas con discapacidad. La universidad de Jaén está haciendo un esfuerzo en los últimos años por ser una universidad inclusiva. Sus 127 alumnos y alumnas con discapacidad matriculados dan idea de ello. Pero el acceso a la educación secundaria, a la formación profesional y a la educación superior tiene que ser también un objetivo de las familias y las personas con discapacidad intelectual. Aunque solo conocemos públicamente el caso de Pablo Pineda como la primera persona con síndrome Dow que se graduó en una Universidad española, existen algunos otros casos en España y en el mundo, y muchos más existirán si desde los entornos educativos y familiares nos proponemos como meta no poner límites a la educación de las personas con discapacidad intelectual. Existen algunas experiencias positivas de programas de formación universitaria dirigidos a personas con discapacidad intelectual, el caso del programa Promentor de la UAM es un buen ejemplo y ese debería ser uno de los retos de la UJA y Aprompsi a partir de este nuevo Congreso, ya que la inclusión de personas con discapacidad intelectual en la universidad es un reto social y educativo que responde al derecho de cualquier persona a participar en la construcción de una sociedad mejor. Junto a esto el derecho al voto y la limitación de la tutela judicial serán dos logros claves para la plena inclusión de las personas con discapacidad intelectual, que como me dijo una de ellas hace poco, “tengo discapacidad, pero no soy tonto”.