La tercera vía

    17 dic 2021 / 16:34 H.
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    Los dirigentes e intelectuales de los partidos socialdemócratas que aceptaron la simple adopción del liberalismo en sus políticas públicas, tomando eso que llamamos la tercera vía, están divididos. Unos niegan que exista la clase trabajadora ya que, según su opinión, se ha transformado en clase media y ha desaparecido. Otros aceptan que la clase trabajadora sigue existiendo, pero que es irrelevante por su elevado absentismo electoral y que esa situación no se puede cambiar, así que no merece la pena perder el tiempo preocupándose por sus problemas. Es mejor centrarse, desde un punto de vista electoral, en las clases medias y, sobre todo, en las de educación superior, en las clases medias profesionales. Tanto los unos como los otros se presentan ante sus votantes como la versión suave del liberalismo frente a la versión dura que representan las derechas. Lo cierto es que la clase trabajadora existe y es la que ha ido apartándose de los partidos de izquierdas a la vez que esos partidos abandonaban su ideario socialdemócrata progresista. La clase trabajadora ha ido dejando de lado a esos mismos partidos que con tantos sacrificios crearon sus antecesores. En
    las últimas décadas el nivel de vida de esta clase ha ido bajando de forma dramática y la gran mayoría de sus hijos no vivirá mejor que sus padres. La dirección de las políticas públicas de aquellos países que han sido gobernados por socialdemócratas de sensibilidad de la tercera vía ha ido en la dirección contraria a la que la gran mayoría de la población deseaba que sucediera. Las clases trabajadoras de estos países tienen claros sus valores y tienen claras sus prioridades económicas y sociales. La mayoría de esta clase tiene claro que los derechos de acceso a la sanidad pública deben ser universales, al igual que el acceso a los servicios de ayuda a las familias; al igual que tienen muy claros sus diferentes
    derechos económicos y laborales. Sencillamente saben que las desigualdades de renta y de propiedad son desmesuradas. Son conscientes de la responsabilidad que deberían tener las instituciones públicas representativas a la hora de reestructurar el nivel de
    desigualdad de rentas y capital; y entienden que los impuestos de los más pudientes y
    de las rentas del capital deberían aumentarse. Es evidente la popularidad de las políticas
    redistributivas, tanto económicas como
    sociales, entre la clase trabajadora; y el
    deseo de expansión de derechos a toda la población buscando el carácter universal y no solo asistencial.

    Los dirigentes políticos e intelectuales pueden pensar lo que quieran, pero lo que está claro es que tanto en Norte América como en Europa Occidental la clase trabajadora ha abandonado a las izquierdas a la hora de votar. Y ese voto empezó a disminuir desde que comenzó el abandono del compromiso redistributivo y se olvidaron de cualquier propuesta que buscara revertir las crecientes desigualdades. La desafección de la clase trabajadora hacia los partidos de izquierda ha ido creciendo al mismo ritmo que se diluía la distinción entre izquierda y derecha, o sea, entre los partidos favorables a la redistribución y los que se oponen frontalmente a ella.

    La clase trabajadora sigue teniendo sus intereses comunes en estos diferentes países, como son la mejora de sus salarios, de sus condiciones de trabajo y su poder negociador, la expansión del carácter universal de los derechos políticos y laborales, la reducción de las desigualdades de renta y capital; todos ellos de marcado carácter redistributivo. Precisamente lo que cada vez ha ido perdiendo más interés para esos partidos socialdemócratas. Partidos que la clase trabajadora considera cada vez más cercanos a los poderes financieros y económicos y que considera que tienen demasiada influencia sobre el estado y sus medios. Los miembros de esta clase se sienten despreciados por esos intelectuales y esos políticos que no entienden sus preocupaciones económicas y laborales, su realidad cotidiana y que no comprenden lo que significa que su mayor preocupación sea simplemente cómo llegar a fin de mes.

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