La sopa de pelotas

    30 dic 2025 / 08:57 H.
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    Se dice que todos los caminos llevan a Roma, y yo añado que casi todas las imágenes que veo en la Navidad me llevan a mi madre. Es curioso porque, aunque me planteé tratar cualquier otro tema, siempre desemboco en ella. En esta ocasión, es una humeante sopa de albóndigas. La presentan como “sopa de pelotas para el primer día de Pascua”. El caldo es de un dorado maravilloso y las pelotas saltan dentro con más alegría que las bolas del bombo de los premios el día del Sorteo de la Lotería. Mi madre hacía lo mismo con el relleno típico del Carnaval. No andaban las mesas llenas con tanta abundancia, pero la calidad superaba con creces la cantidad. Sería porque todo lo preparado había salido de sus manos: desde los embutidos, hasta los exquisitos roscos de manteca, los mantecados y polvorones. Y debía tener algo mágico en los genes, porque no se cansaba nunca. La recuerdo planchando en Nochebuena al lado de la chimenea. Había ardiendo un tronco bien grande que, según ella, era para que la Virgen secara los pañales del Niño. Tan feliz a sus años con su aportación al Nacimiento. Y los demás, celebrando la alegría de la Navidad en la calle con los amigos de siempre. ¡Qué tiempos!

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