La sociedad del desasosiego

19 nov 2025 / 08:36 H.
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La pasada semana se celebraba en Madrid el congreso sobre el IX informe de Foessa, la institución de Cáritas, que desde hace cincuenta años nos presenta el diagnóstico más completo sobre la realidad social en España y le pone rostro a la pobreza. Este último informe nos advierte de que el crecimiento económico que estamos viviendo en los últimos años no está alcanzando a todos por igual y se está asumiendo la precariedad como algo normal. El informe advierte de un “proceso inédito de fragmentación social”. La clase media está sufriendo un fuerte retroceso. Hemos pasado de representar un 58 % de la población a solo el 43 % entre 1994 y 2024. Al mismo tiempo está creciendo una clase más pobre y vulnerable. El empleo, además, ya no cumple su función tradicional de “motor de integración social”.

Otras de las conclusiones más importantes del informe es que se están debilitando los lazos comunitarios y esto es especialmente preocupante, porque la red social —familia, vecindad, comunidad— siempre ha sido el principal colchón de cohesión, sobre todo para las personas más vulnerables. La situación de los jóvenes es particularmente grave. Se enfrentan a un mercado laboral difícil, salarios bajos y dificultad para emanciparse. A esto se añade el problema de la vivienda que no es sólo un problema habitacional, sino un elemento imprescindible para cualquier proyecto de autonomía y vida digna. En conclusión, según este diagnóstico, vivimos una fragmentación social sin precedentes. Hay unos 4,3 millones de personas en nuestro país que viven situaciones de pobreza severa y las cifras lejos de reducirse se incrementa. El 47% de la población que trabaja sufren precariedad laboral que nos le permite llevar una vida digna. Más de 11 millones de personas están atrapadas en una inseguridad laboral permanente. Por todo esto, se plantean cambios estructurales profundos. Los principales sociólogos que analizan la desigualdad en España plantean que no basta con medidas puntuales. Las desigualdades y las causas de la pobreza son estructurales y por tanto urge cambios sistémicos en nuestro modelo social y todo ello será difícil con una Europa polarizada socialmente desde hace años. La prioridad en Europa y en España no puede ser solo la inversión en defensa para garantizar la seguridad, ni centrarnos sólo en la sostenibilidad medioambiental. Siendo todo ello importante, hay que consolidar los elementos de la política pública esenciales para la sostenibilidad social. Es decir, que haya sitio para que todos podamos vivir dignamente. Para eso entre las acciones más urgentes que tenemos que reivindicar están la inversión en vivienda, más políticas de rentas, políticas laborales más inclusivas, y un nuevo sistema de cuidados. Foessa propone un modelo basado en el cuidado mutuo, la responsabilidad compartida y la justicia social, en lugar de seguir por el camino del individualismo y la desigualdad. Se habla de una “sociedad del desasosiego” para describir una realidad compleja en la que conviven malestares estructurales profundos que generan angustia, inseguridad y fragmentación social. El problema no es solo tener más ingresos o empleo, sino garantizar una vida digna, estable y conectada donde todos podamos desarrollar nuestro proyecto vital en sociedad. Siempre hay motivos para la esperanza, pero tenemos razones para seguir peleando por una sociedad más justa y habitable.

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