La sin ventura

    21 ene 2020 / 08:39 H.
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    Beatriz de la Cueva y Benavides, viuda prematura del adelantado Pedro de Alvarado, tachó su nombre al pie del documento que debía firmar. El Cabildo de Guatemala la designaba capitana general y gobernadora. La ubetense, a sus 51 años, sentía la muerte de su esposo como la peor de las condenas y, aunque aceptó el cargo, cambió su rúbrica por la de “La sin ventura”. Un esposo que, en primeras nupcias, había contraído matrimonio con su hermana Francisca, fallecida poco después del sagrado vínculo. Alvarado buscó nueva compañera en la misma familia y con Beatriz partió para Centroamérica, junto a otras 20 jóvenes. Una caravana de mujeres para los conquistadores que ya se encontraban en aquellas tierras. Doña Beatriz se sentía tan abatida que no creía que ninguna desgracia más grande podía ya mandarle Dios. Un par de días después de su nombramiento, se desató una tormenta de tal magnitud que el volcán de Agua, una constante en la ciudad de Antigua Guatemala, tembló. Un terremoto que terminó de arrasar lo poco que quedaba en pie, incluso la capilla en la que Beatriz se refugió para rezar.

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