La rebelión de los boquerones

    25 mar 2025 / 09:13 H.
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    Decía Sara Montiel que ella para comer no era ningún lujo. Unas gachas manchegas eran sencillamente un manjar para su gusto. Coincidimos en que para mí el pescado más sabroso es el pescado de pobres. Es una forma de referirme al pescado azul que normalmente estaba en las mesas de la mayoría de las familias. No por eso menos gustoso que otros que se suponen de más categoría. Dicho esto, paso a explicar la sorpresa que me llevé en el mercado. Los boquerones se habían venido arriba y aparecen con un precio desorbitado: rondaba los diez euros. Creo que por fin eran conscientes de que por muchos años habían colaborado para que todo el mundo disfrutara de pescado fresco. Humilde, pero con unas cualidades extraordinarias. Así que viendo que aquí un armario de tres puertas, sin preparación ninguna, portero de una discoteca, llega a consejero de Renfe, mis sencillos boquerones han sido conscientes de su valía y no quieren ser menos. La pena es que la subida de los sueldos ya no da para comer pescado fresco, como anunciaba la ministra de Trabajo a bombo y platillo. Pero yo estoy muy orgullosa de ver que mi pescado ya no es para pobres. Menos palabrería y más facilitar el consumo a las familias.



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