La moral, la ética y política

01 abr 2021 / 10:03 H.
Ver comentarios

La moral, disciplina filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal. También es un conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en la sociedad. La ética es un concepto muy relacionado con ella y que lo complementa, es la que reflexiona sobre los problemas morales y su objeto son éstas acciones realizadas de manera libre, ya sean privadas, interpersonales o políticas. Sin tratar de ser una persona purista y sin pretender dar lecciones, creo que hay que aplicar criterios morales a los comportamientos públicos y privados, y a su calificación, porque en los últimos tiempos observamos algunas cuestiones que se pasan de la raya de lo admisible.

Un ejemplo de ello es lo sucedido con la distribución de las vacunas de la covid-19 en Europa. Una multinacional farmacéutica (no pongo nombres para no confundir con la eficacia de su vacuna, que es indudable); no cumple con los plazos de entrega y todo indica que está desviando millones de dosis a otros países con los que ha contratado a precio más alto; se descubren en Italia treinta millones de viales que la empresa ha ocultado a la UE. Tratándose de este asunto, es, se mire como se mire, una gran inmoralidad más allá del incumplimiento de contrato. Lo inquietante es que la discusión en medios públicos ha criticado fundamentalmente la capacidad de negociación de la presidenta de la Comisión Europea, y no el proceder oscuro y mafioso de la empresa farmacéutica, que es un negocio privado y que recibe fondos públicos. Es posible que haya sido un mal acuerdo, una negociación criticable o poco edificante, pero la actitud de la farmacéutica es una inmoralidad y posiblemente un comportamiento delictivo, al impedir la distribución de un producto necesario para la vida, pagado y comprometido.

Otro asunto es el ejemplo que han dado los partidos políticos en España. En plena crisis sanitaria, económica y social siguen yendo a lo suyo. Unos plantean mociones de censura, como respuesta otros convocan elecciones anticipadas sin necesidad. Naturalmente todo esto cambia el foco de atención de donde debe de estar, sí, todo es legal, pero indica conductas frívolas y poco responsables. Lo peor viene después: Unos señores firman un día la moción de censura, al día siguiente se retractan de la misma y son fichados por el partido censurado que los hace Consejeros del mismo gobierno que pretendían derribar. Esto es directamente una inmoralidad. Además es jaleada en determinados medios. Los muñidores de esta nefasta operación, son felicitados. O sea, se convierte en una inmoralidad aplaudida. Los protagonistas del Tamayazo fueron condenados por todos, y jamás premiados por su inmoral comportamiento. Se marcharon por el mollejón. Del teatro al teatro, y no solo me refiero a ese innombrable que ha hecho de su profesión el teatro de la vida, me refiero a que no necesitamos ver espectáculos, y sí ver resultados. Estamos inmersos en una campaña electoral polarizada y delirante en la que la palabra “libertad”, que es un derecho sagrado e imprescindible para todos cuando se respeta la ley y el derecho ajeno, es lanzada y manoseada como piedra arrojadiza, que no como principio universal para la igualdad. Estamos en un país en el que los jóvenes solo pueden hacer la maleta, y los viejos marcharse sin ella.

Articulistas