La moda de mentir

28 ene 2020 / 08:48 H.
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Con la actividad cotidiana, asiento y sonrío. Para qué complicarme la vida si, a lo que veo, en numerosas manifestaciones públicas aparece la huella del carácter imperante y nadie evoca una atmósfera contraria que defienda exactamente lo opuesto al legado de quienes renuevan su imagen, aireando la pujanza de protocolarias frases como las que de manera descarada e irresponsable se invisten de falsa autoridad moral: ¿A quién le importa decir la verdad cuando lo único que importa es que te crean? Mi primer impulso, al igual que en ocasiones similares, es postularme a favor de mi sentido de la responsabilidad. Me toca dar la cara, de manera individualizada, en nombre de una verdad universal que clama en el desierto. Respondo de lo que escribo y me atrevo, cual línea trazada en el agua, a rendir tributo al modo natural y evolutivo de asirme a las cosas. Los hechos, como las palabras, tienen un antes y un después y deseo ir en pos de la naturaleza de las cosas inexplicables y perpetuar así la huella que prolonga la verdad que se retroalimenta solo de verdad. He oído demasiadas cosas inconcebibles que forman parte del paisaje urbano. Me he cansado de ver como una mentira tapa otra mentira, y luego, de cómo ambas, se funden en mensajes sibilinos que pervierten la realidad. Mi único escudo es la imaginación, con ella me defiendo de la burla hiriente escrita con caracteres que ofenden la ética de la persona que decide seguir su camino y no interferir en asuntos ajenos, porque está harta de que la difusión de la realidad, sea una exclusiva del mentiroso y de un estilo que repercute en el modo de cambiar el mundo cada día que pasa en manos de mentirosos que se ofenden cuando le dices que se dejen de tanta patraña. Mentira como centro del debate ¿Qué les parece? Desnudad la mentira como ejercicio de distracción que elimina al virus que emponzoña el ambiente y envenena la mente de sus víctimas, que crea inseguridad en las personas más vulnerables. La verdad forma parte de nuestra propiedad intelectual; la verdad suscita comentarios elogiosos, pero sorprende a gente desmemoriada o a esa multitud abigarrada que la ignoraba. Mentiras grandilocuentes que quieren ocupar el espacio privativo de la verdad. La moda de mentir pervive en el tiempo y no termina de prescribir su vigencia. Se perpetúa en un estado de cosas que sobrevive gracias a quienes deberían vilipendiarla de la misma forma que lo hace el que ensalza la verdad. Reniego de la mentira y, con mejor o peor resultado, rechazo la mentira tóxica que trata de hacerme creer que es compatible con esa verdad defensora a ultranza de las reglas del juego limpio y contraria a la intencionalidad de mentirosos que intentan someter a incautos que le siguen el juego. Necesitamos rodearnos de la verdad como expresión popular; como eje vertebrador, o la acción colectiva, optará por abrirse camino entre incomprensibles mentiras que espero que no acaben por colonizar la verdad. Por eso deseo que la verdad sintetice una actitud generalizada frente a la vida, y que nunca se canse de mostrarnos el camino a seguir. La verdad ha de presidir el comportamiento de la comunidad, porque lo que importa de verdad, debe estar exento de falsedades que nos minen la moral. La mentira posee las patitas muy cortas, pero no siempre nos pillará prevenidos.

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