La mentira política

    01 feb 2023 / 18:25 H.
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    Existe, tal vez, una opinión generalizada de que la mentira, en política, es fruto de este tiempo y se arguyen como prueba lo sucedido en EE UU con Trump, el Brexit en el Reino Unido, con Putin en Rusia, con Bolsonaro en Brasil, también como un producto nefasto de las redes sociales en nuestro país. Con independencia de quienes sean los que faltan a la verdad en asuntos públicos no es exacto referir tal anomalía a nuestro tiempo. Ya, en 1773 se producen explicitaciones escritas sobre la mentira política. Con la firma de Jonathan Swift se publica un opúsculo en Ámsterdam titulado “El arte de la mentira política”. La introducción la realiza, ya en 1993, Courtine, con una cita, al principio, de Baltasar Gracián: “El saber más práctico consiste en disimular”. El referido Swift de formula el siguiente interrogante: “¿Conviene engañar al pueblo por su propio bien? Hoy día, la respuesta constituye una ignominia a la inteligencia, una impúdica inversión de los valores que Occidente, con tanto esfuerzo ha conquistado. En este alucinante tratado se distingue entre la mentira política totalitaria y la mentira política democrática, como si en el calificativo democrático cupiera, como código deseado la mentira en lugar de la verdad. La reflexión de que la mentira política está legitimada con tan peregrinos argumentos, solo tiene razón de ser si se trata de una sátira macabra a los gestores políticos de aquella época. La introducción de este cúmulo de dislates en lo que se denomina arte de la mentira política sí acierta, cuando afirma que las nuevas tecnologías han determinado una evolución de aquella mentira política. Al bombardeo indiscriminado sobre edificios ocupados por civiles se llama pacificación, al flujo de personas que huyen de la guerra, se llama traslado de población, al encarcelamiento de personas durante años y sin juicios se llama eliminación de elementos sospechosos. En el mismo volumen en el que se publica el arte de la mentira política, reciente edición, el profesor Miguel Catalán comenta la biografía y el pensamiento del marqués de Cóndorcet, concretamente la disertación que responde a esta pregunta: “¿Es útil para los hombres ser engañados?” Se atribuye al cardenal Carlo Caraffa, la respuesta “el pueblo quiere ser engañado, por tanto, que sea engañado”. Estamos ya prácticamente en periodo electoral en España. Aunque los criterios expuestos fueron escritos en el siglo XVIII, el interés de los mismos se conserva vigente. Resulta deplorable algunas de las reflexiones citadas, cuando V.G. se plantea: “la mejor manera de destruir una mentira consiste en oponerle otra”.

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