La locura desatada

    25 mar 2020 / 16:27 H.
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    La violencia de género es un cáncer, con su canalla y mortífera metástasis, que desprecia la vida, los valores humanos y la dignidad de las personas, que solo aspiran en paz en compañía de los demás. Esta locura a flor de piel un día sí y otro también se está convirtiendo en un calvario que deber ser desterrado, pero que no se ven ni visos ni destellos de que esto ocurra. Los que así actúan no son personas normales, sino hienas con los dientes afilados que pueden cortar una cuartilla en veinte trozos. O están locos de remate o en sus genes corre el veneno sin antídoto posible. La violencia de género es un cáncer incurable que mata sin piedad y nada importa que sea esposo o esposa, hijo o hija, pues la maldad es incapaz de entrar en razón y sí en el asesinato. Algo falla en esta sociedad. El mal llamado Estado del bienestar tiene estos agujeros que no se pueden tapar, en tanto violadores de niñas, los gregarios de las manadas no llevan cencerros colgados en sus cuellos que delaten su presencia. Ya digo, algo falla en este Estado del bienestar, aunque un cuarto del mismo roza el umbral de la pobreza.

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