La gratitud

    06 jun 2024 / 09:09 H.
    Ver comentarios

    Hablamos y hablamos de tantas cosas en nuestro día a día, que finalmente apenas nos queda tiempo para pasar a los hechos a los que aspiraban tantas palabras. Tal vez, no sea solo porque hemos agotado ese tiempo, porque hablar sea “barato” o fácil, o porque pasar a la acción requiere un extra de compromiso y energía. En esa búsqueda de lo que nos motive, nos permita pasar a los hechos, además de cierta disciplina y de la necesidad de sentido, tenemos que encontrar ese tiempo intermedio, un paréntesis que nos module la velocidad, que nos provee de conciencia, de sentido, que nos predispone. Si, hablar es sencillo, pero hay que dar su recorrido a las ideas si queremos que se materialicen, ponernos en “pause”, generar poso, detenernos... algo que parece un contrasentido en nuestra perenne manera de funcionar, siempre a toda velocidad y en modo multitarea. Así nos ocurre con tantas cosas, y por eso nos cuesta tanto asumir cambios en nuestra actitud, y sí, soy de los que piensa que ésta es determinante, que no todo, pero mucho está y es actitud. Por ejemplo, se nos dice que mostremos gratitud, ya no solo como mirada externa al mundo, también como puente que parte desde nuestro interior al encuentro de ese mundo que tan a menudo nos parece ingrato, duro y despiadado. En realidad, lo que más nos cuesta de la gratitud, es su práctica, el resto es sólo una palabra.

    Con el ritmo de vida actual, lo más complicado es el necesario hábito de entregarnos tiempo a nosotros mismos, es lo único que nos permite el autoconocimiento y que afloren verdaderas y sinceras actitudes. La gratitud necesita tiempo, reposo y sinceridad incondicional, no encaja en las prisas, los automatismos, en los formalismos encorsetados. El de la gratitud, es el tiempo que necesitamos para tomar el control de nuestro bienestar emocional. Ese aprecio desinteresado por algo, por alguien, una acción, un instante, o un gesto, nos crea un sentimiento duradero de positividad que se extiende a todos los aspectos de la vida. Hacer de la gratitud un hábito ayuda a reconocer las cosas buenas de la vida, y fijar ese hábito, incluso en los momentos difíciles, nos reporta beneficios a nivel emocional, físico y mental. Dedicarnos ese tiempo para poner foco en las cosas que van bien en nuestra vida, en ese mismo día en concreto, en cada uno de nuestros días, es una de nuestras mayores fuerzas personales. La pausa reflexiva nos ayuda a reconocer las cosas buenas de la vida, y a darnos cuenta de cómo exageramos las emociones negativas, que cumplen una función adaptativa, pero que hay que aprender a ponerlas en su sitio, a relativizarlas para dar así equilibrio a nuestra salud emocional. Cierro abriendo: ¿qué nos impide practicar la gratitud?...



    Articulistas
    set (0 = 0)