La feria sigue

14 oct 2019 / 10:08 H.

Digo que la Feria de San Lucas sigue porque mirando el programa oficial de festejos resulta que el día de hoy, 14, lunes, ni figura para nada. Bueno, la verdad es que la única atracción que se ofrece son las tres horas de silencio que guardarán todos los cacharritos y casetas en atención a las personas sensibles a los ruidos. Pero la Concejalía del ramo no solo hace hincapié en este silencio sino que también ha silenciado la fecha de hoy, quizás en atención a los que no saben leer, como si no pasara nada. Pues no, la feria sigue, al menos eso creo yo desde la distancia. Ya no está uno para muchas farras, aunque espero dejarme ver por el ferial en alguna ocasión. Aún queda en mí un buen poso de mi infancia y bastante que disfruté de la Feria de San Lucas desde que instalaba en el paseo de la Alameda y el Portillo de San Jerónimo, hace casi 80 años. Las atracciones y las actuaciones artísticas, culturales y deportivas son un buen condimento para una feria, pero no crean que son el ingrediente principal. Ese ingrediente debe encontrarse en el interior de cada persona, en el ánimo, en la buena disposición a disfrutar y pasarlo bien. Ni más ni menos como hace mi amigo Eduardo Sosa, aquel chaval de Algeciras que firmó en el Real Jaén como guardameta en la temporada 1968-69, que se encariñó con la ciudad y con una guapa jaenera, Esther Quesada, y se casaron. El estuvo algunos años trabajando en Coosur y después se marchó a trabajar a El Palo. Y qué maravilloso palo le dio la diosa fortuna al concederle un premio de cinco millones de euros en la lotería. Desde entonces, mi amigo Eduardo es una feria incansable. Siempre tiene ganas de marcha. Eduardo, que sigue residiendo en tierras gaditanas, menudea sus visitas a Jaén, donde está la familia de su esposa y donde conserva muy buenos amigos. Hace unos pocos días me llamaba para invitarme a una comida que iba a ofrecer a dos excompañeros en el Real Jaén, Juanito Reina y Ramón Gamarro, que se pusieron novios en nuestra ciudad por la misma época y terminaron contrayendo matrimonio, una unión que aún perdura a pesar de los malos vientos que azotan a las parejas modernas. El pasado viernes Eduardo y Esther, Juan y Amparito, y Ramón y Elena compartieron mesa y mantel en el Bar Estadio, actuando como testigo el también exjugador blanco Juan Lima. Eduardo regaló una placa conmemorativa a cada pareja. Detalles que tiene.