La democracia, esa bulería

    29 abr 2021 / 09:51 H.
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    La democracia es como una bulería; tienes que tener integrado el compás porque de lo contrario se nota mucho que no sabes de qué va. Como sugiere su etimología, la bulería se comparte en momentos de bulla o burla. Pero aunque no lo parezca, la bulería es un palo difícil que se canta en tres o cuatro versos octosílabos y se toca y se baila en doce tiempos. Podría parecer que entre tanta juerga nadie va a notar tus palmas descompasadas, o que estás contando con los labios para no perder el ritmo: un, dos, tres; cuatro, cinco, seis; siete-ocho; nueve-diez; once y doce... sin embargo, como ocurre con la democracia, si no la sientes adentro, cualquier intento de participar en la fiesta se verá impostado. Lo mismo pasa con los partidos que no tienen la democracia en su ADN; que las costuras les supuran filofascismo por mucho que jueguen al juego de las elecciones o por mucho blanqueo que les produzca estar en un gobierno tricolor. ¿Qué hacen entonces las democracias? En las de Europa, por ejemplo, nadie se sienta en una mesa donde haya un extremista; sobre todo porque como dijo Ángela Merkel (que sabe llevar un buen compás) “los límites de una democracia comienzan cuando se propaga el odio”.

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