La cultura en la provincia

02 abr 2016 / 10:33 H.

La cultura es la expresión de nuestra humanidad y, como tal, es un bien de primera necesidad y un derecho a ejercer. Es aquello que nos define, configura nuestro imaginario colectivo y se convierte en factor de cohesión social. La cultura es una de nuestras fortalezas como provincia. Tiene una importancia económica decisiva, es una oportunidad para el bienestar de la ciudadanía, es un sector estratégico para nuestra proyección en el exterior y goza además de un reconocimiento constitucional. Sin embargo, ha sido una de las mayores víctimas en los últimos años. A la extensa lista de decisiones que han degradado y afectado negativamente al sector cultural, hay que añadir las que no se han tomado y la desatención de asuntos cruciales para la pervivencia y el futuro de las industrias de la cultura. Todo ello ha supuesto un empobrecimiento del sector cultural, que ha resistido gracias a la dedicación de Administraciones progresistas, profesionales y artistas. Esta política ha situado a nuestro sector cultural en inferioridad de condiciones para competir con las provincias de nuestro entorno europeo. Esta senda bien definida de degradación de la cultura solo se puede explicar por una combinación de prejuicio ideológico y de una clamorosa falta de visión de la enorme y trascendental oportunidad de futuro que supone la cultura para nuestra provincia. Los recortes a la inversión cultural, el establecimiento del IVA cultural más alto de la Unión Europea, la aprobación de una Ley de Propiedad Intelectual sin diálogo (ni social, ni político), la falta de medidas reales de fomento del mecenazgo, no son sino la cúspide de una política fallida. Es importante también, resaltar que en la cultura se da también una clara desigualdad que exige la acción efectiva de los poderes públicos. Es el caso de la igualdad de género que en muchos casos, como la creación, la producción y especialmente la visibilidad de la contribución de la mujer al desarrollo de la cultura no está lo suficientemente valorada. La provincia de Jaén tiene en la diversidad una seña de identidad valiosa que debe ser preservada y cuidada como un valor común.

Nos hemos alejado del resto de Europa, donde las industrias de la cultura y la creatividad son un sector de oportunidad y ocupan el centro de las estrategias de Estado. La provincia de Jaén puede y debe incorporarse a esta senda. Un proyecto político progresista ha de señalar como punto de partida la consideración de que la cultura es, ante todo, un derecho de la ciudadanía y una obligación de la Administración pública, constitucionalmente garantizada. La cultura constituye también uno de los sectores de oportunidad de desarrollo más dinámicos e importantes de nuestro país. El primer paso es tomar conciencia de esta potencialidad. Debemos pues, entender la cultura desde una doble dimensión: como recurso y como derecho. Como recurso, el sector cultural representa para la economía del país más del 3% del PIB y genera más de medio millón de empleos directos. La cultura es un sector determinante para la creación de empleo y el cambio de modelo de crecimiento.

Hay sólidas razones para respaldar este enorme potencial, como el hecho de que seamos una de las provincias con mayor y mejor patrimonio histórico cultural, o por el hecho de que tengamos empresas, museos y artistas de primer nivel mundial en todos los sectores de la creación. Al tiempo, la cultura debe tener el soporte y protección de los poderes públicos para que la ciudadanía tenga garantizado el derecho de acceso a la misma, los creadores puedan impulsar su trabajo con garantías y dignidad profesional, y el patrimonio común histórico, cultural y artístico tenga el apoyo y protección que necesita para ser preservado como bien común para la sociedad.