La conversación del membrillo
Tengo por hábito regalar fruta de cosecha propia a mis amigos. Una rareza mía; será que nací bajo el signo de escorpión. Surtir supone obsequiarse a uno mismo; todos deberíamos practicarlo. Unos sonrisas, otros apoyo, los más puede que no molestando o importunando. En un mundo donde las nuevas tecnologías conducen al aislacionismo, dar significa también interactuar con nuestros coetáneos. Vivimos momentos de mucho ruido mediático que enmascara un gran déficit de comunicación social. Conocemos más a Bill Gates que al vecino del rellano. De ahí la importancia de regalar, de ofrecer a los demás parte de uno mismo, conseguir un espacio más humanizado. Y si nos detenemos a pensarlo, conseguiremos ser mejores a nivel individual. Con mi costumbre de regalar esa fruta que decía, disfruto hablando con el destinatario, ver que sonríe, que disfruta comiéndosela o elaborando tal o cual receta. No todos cultivamos, pero sí que todos tenemos frutos que ofrecer. No se extrañen pues, si me ven aparecer con una caja de deliciosos membrillos, mi madre tuvo a bien parirme escorpio.