La boda del pollo

Recuerdo que, hace muchos años, explicaron en un programa de cocina en qué consistía la boda del pollo. El banquete giraba en torno a elaboraciones hechas con esta carne, ya que su bajo precio permitía servir una comida decente a los invitados. Consomé, muslos asados y croquetas no envidiaban nada a cualquier menú que se considerara de más nivel. ¿Dónde estaba el misterio del éxito? En el trabajo y en el tiempo dedicado a su elaboración. Con frecuencia nos encontramos haciendo la compra con algún conocido que te comenta lo que ha gastado en las cosas que lleva. Yo no juzgo, pero sí pienso. Las cuatro cosas ya están elaboradas: van al horno o a la freidora. Según lo que valgan hay que suponer que las croquetas sólo deben ser bolas de harina. Como compradora oficial para mi familia, me pregunto si comprar un pollo y unos garbanzos para hacer un buen cocido no es mucho más sano que muchos de los productos prefabricados que nos ofertan. Y sin duda, más rentable. Lo de la economía circular estaba ya inventado, puesto que, partiendo de un sencillo cocido, se pueden elaborar comidas muy diferentes. El misterio está en que hay que dedicarle tiempo y esfuerzo. Pero eso es invertir en salud.