Justicia y política

    23 oct 2019 / 10:50 H.

    Con la controvertida sentencia a los secesionistas catalanes, se ha vuelto a hablar otra vez de la judicialización de la política, como si los litigios políticos no pudieran acabar en los tribunales. En un estado democrático hay leyes y nadie está por encima de ellas. Ni los políticos. No se trata de que se esté abusando de la justica para resolver un problema político. Se trata de que, planteado en los términos que los nacionalistas catalanes quieren, ese problema político es irresoluble. Se ha intentado con menos y con más diálogo. Da igual, todo pasa por que el gobierno acepte un referéndum. Pero circunscrito a Cataluña. Es decir, parten del error de que la soberanía de esa parte del estado español reside solo en los catalanes, o si apuramos, en esa mitad que pretende la independencia. O sea, inconstitucional e irresoluble, porque es improbable que convencieran a un ochenta por ciento de españoles. Ellos lo saben, igual que toda Europa, excepto parte de Bélgica con idénticas intenciones. Lo podrían haber seguido intentando por esa vía política indefinidamente, pero han adoptado la vía de los hechos consumados. Y ante eso, demasiado se tardó en recurrir a la justicia.

    La sentencia: condenados por sedición. Por un sueño. Dicho así resulta duro, y este es el relato de toda esa gente que se manifiesta de forma no violenta, dicen ellos. No es violencia los policías heridos o a esa mujer agredida por llevar la bandera de España, o los destrozos en el mobiliario urbano y los coches quemados.

    Visto y sentido desde Jaén por alguien con muchos lazos familiares con Cataluña, no fue una quimera, como propone una sentencia politizada, sino hechos reales constituyentes de un delito de extrema gravedad contra la Constitución, perpetrado por políticos que pretendían hacer extranjeros en su tierra a muchos españoles. Aun siendo importante, la tipificación no es lo esencial, sino que se cumpla la sentencia. Porque si les va a salir casi gratis, no dudamos en lo que pregonan: lo volverán a hacer. Y más importante todavía sería ver a los políticos españoles unidos en un “no es no” tan categórico como el del presidente Sánchez, porque nuestra soberanía no es negociable.