Josefina Manresa, de Jaén
La jiennense Josefina Manresa fue una mujer excepcional, luchadora, madre coraje, costurera altiva, leal siempre al amor de su vida, una de esas mujeres que han quedado ensombrecidas por la Historia y por el nombre de su marido: Miguel Hernández. Pero los escritos del poeta, ese miliciano rojo y hombre bueno, se salvaron en gran medida de la ira franquista porque Josefina los guardó y ocultó, a veces con riesgo de su propia vida, como aquel día en el que los militares de Franco irrumpieron en su casa de Orihuela con la excusa de encontrar allí una pistola, pero realmente buscaban escritos comprometedores para el poeta y su literatura sagrada. Josefina fue la esposa de un rojo y la hija de un modesto guardia civil al que los milicianos mataron de un tiro. Sufrió, pues, las terribles contradicciones de este país incurable, mientras pasaba hambre, mucha hambre, sola en Orihuela, y únicamente se alimentaba de agua y cebolla y debía alimentar a su hijo con los pechos vacíos. “En la cama del hambre/mi niño estaba./ Con sangre de cebolla/se amamantaba. /Pero tu sangre/escarchaba de azúcar,/cebolla y hambre”, escribió el poeta.
“Josefina” es un espectáculo teatral que aúna palabra, poesía, danza y cante, una función conmovedora que sacude interiormente al espectador, llena de belleza y emoción, una obra para la libertad cuya estética maravillosa se filtra por las candilejas del teatro para lanzar una seria advertencia a la platea: aquel tiempo oscuro empieza a parecerse peligrosamente al actual. Hay en “Josefina”, pues, una estética y una ética. Se representa en el madrileño Teatro Infanta Isabel y saldrá de gira por España. “La gente tenía mucho odio”, se lamenta la protagonista. Pero ese odio, o uno semejante, circula ahora por las arterias de la política en el mundo, de las redes sociales, de la propia sociedad. Y de este superlativo poema teatral, toda una joya escénica, se sale envuelto en la hermosura de las palabras, pero con cierto temor ante este tiempo de incertidumbre y oscuridad.
“Josefina’ supone una reflexión sobre la memoria histórica de España y un diálogo entre pasado y presente en nuestra cultura”, se explica en el programa. También es el relato de una impresionante historia de amor, de la fidelidad de una mujer extraordinaria a su marido y su trágico destino. Porque, como Josefina cuenta en este monólogo protagonizado por una sublime Natalia Zamora, Miguel Hernández incumplió el pacto suscrito por el matrimonio. Él marchó a Madrid para ganar dinero y enviarlo a su familia. Allí trabó rápidamente amistad con Rafael Alberti y con Federico (García Lorca). Pero pronto sintió la llamada de su sangre roja y cogió el fusil republicano. “Para la libertad, sangre, lucho, pervivo”. Y establecieron que Josefina permanecería en Orihuela ejerciendo su oficio de costurera y al cuidado de los hijos. Miguel no podía enviar dinero. La guerra. La cárcel. Una condena de 30 años de presidio. Y los pulmones del poeta se llenaron de pus. Que en principio salía a chorros cuando le pinchaban en las curas. Pero la herida saturó. Entonces empezó a llenar de pus las sábanas de la celda cuando tosía. La muerte. Y los encargos de costuras empezaron a escasear para Josefina al término de la contienda porque era la mujer de un rojo. “Yo escucho el silencio. A veces es más duro que el insulto”, dice. Pero salió adelante. Andaluza de Jaén. Y guardaba los poemas del poeta en cajas de galletas de colores. Para la liberad. Para la auténtica libertad.