Josefina Manresa

    02 abr 2019 / 16:54 H.

    E l destino como guardia civil de su padre quiso que Josefina naciera en Quesada (no volvió hasta mediados de los 60 de la mano de su amigo y paisano Cesáreo Rodríguez Aguilera). Nuevo destino paterno en la provincia de Alicante a los pocos años. Allí conocería al novio y marido, Miguel Hernández. Con él, por que era el destino de su flamante esposo, volvió a Jaén en la primavera del 37. Un periodista, miliciano y poeta, del que ella, luego, guardaría, con fidelidad, su legado. Nada más llegar, se separaron. El plumilla, al frente; Josefina, en la capital. Y, cosas de ese destino, es ella la testigo de uno de los peores episodios de la Guerra Civil en Jaén: El bombardeo del 1 de abril. No lo contó por escrito hasta finales de los 70, en “Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández”. “En Jaén, presencié un bombardeo que me impresionó mucho”. “Todo el tiempo que duró el bombardeo lo pasamos en un patio... y yo hacía lo que veía hacer a los demás. Me ponía las manos en la cabeza”. “Se veían personas que casi se podían salvar. Los familiares a los que le cogió fuera, lloraban desesperados allí en los escombros. Recuerdo a un niño, de unos diez años, muriendo entre una puerta y la pared”.