Jaén pierde aceite
En los últimos años, llegada esta fecha, me alegra comprobar que, en cada anualidad van incrementándose, en Jaén, los actos y programación de visibilización, de defensa de los derechos y en pro de la tolerancia y el respeto hacia las personas homosexuales. Y digo que me alegra porque, para mí, eso significa que nuestra tierra y sus gentes, vamos avanzando en desarrollo mental y progreso social, en pensamiento abierto y respeto a los demás. Y todo ese avance comunitario nos inviste, a todos, del valor de la dignidad humana, que tan ausente se ha mostrado en numerosos momentos. Dignidad que honra, no sólo a las personas que pertenecen a este colectivo y que se sienten identificadas con sus postulados, sino, dignidad conferida, también, a toda persona, aunque no forme parte de este movimiento social, porque, por el contrario, toda muestra social de rechazo, burla o represión trae consigo empobrecimiento cultural y personal. Y así las cosas, y ante los actos que se han programado en nuestra ciudad, para el próximo fin de semana, quiero pensar que nuestra provincia está despertando de ese letargo histórico en el que ha estado envuelta durante tanto tiempo, en cuanto al tema de LGTBI se trata, y que aún persiste en nuestra sociedad, aunque cada vez con menos arraigo, gracias a Dios, a los movimientos organizadores del evento, y a los dirigentes políticos que se involucran en el tema. Vaya mi enhorabuena a quien ha ideado el lema, para la edición de este año del Día del Orgullo LGTBI, en nuestra provincia, “Jaén pierde aceite”, por el doble sentido que tiene la frase, pretendiendo con ella desvincular la injuria con que frecuentemente es utilizada, para otorgarle positividad, al tiempo que reivindica y airea el producto más valorado e identificativo de nuestra tierra. Es buen momento para enarbolar la bandera arcoíris en todos los quehaceres de nuestra vida. Yo soy de colores, y animo y apoyo la construcción de una provincia moderna, inclusiva y respetuosa con la diversidad y la igualdad de todos los que la habitamos. Dignidad que honra, no sólo a las personas que pertenecen a este colectivo, sino, también, a toda persona, aunque no forme parte de este movimiento social.