Izquierda de Scrabble

Últimamente hago mejores digestiones desde que he decidido apagar el televisor durante la ceremonia del almuerzo. Antes de servirme un chato de vino, dejo caer la aguja del tocadiscos con algo de Billie Holliday o canciones italianas, que en este periodo del año dan a la tarde un puntillo de esperanza. Esa esperanza que se dispersa cuando el noticiario da cuenta de la constante atomización de la izquierda española cuando toca deliberar sobre los rostros que han de seducir al electorado en los próximos meses. Y si la seducción sin más es la brújula con que los gurúes buscan el éxito en las urnas, flaco favor se hace a la causa de eso que nos sobrevive aún llamado Estado de Bienestar. El capitalismo se ha hecho fuerte porque solo le interesa que el poco dinero que no se ha llevado la crisis por delante circule, venga de los bancos o de las cloacas. Por eso la pobreza y su sociología económica ha cambiado de bando. Agotadas las ideas y huidos sus cantautores, da la impresión de que la izquierda ha renunciado a violentar esa regla de juego, pendiente de armonizar pequeños derechos de las vidas metropolitanas con una guerra de siglas con que la gran corporación busca las letras que le faltan para su Scrabble.