Israel y la Inquisición

31 may 2024 / 09:04 H.
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Israel Katz, que se llama igual que su país, ministro de Exteriores de ídem, ha ordenado al Consulado español en Jerusalén dejar de prestar servicios a los palestinos “residentes bajo la Autoridad Palestina”, es decir, en Cisjordania ocupada, en represalia por el reconocimiento del Estado palestino. Y ha apostillado: “Haremos daño a quien nos haga daño; los días de la Inquisición acabaron”. También ha subido un vídeo a X (antes Twitter) en el que aparece una bandera de España y dos bailaores flamencos junto con fragmentos intercalados de imágenes de los atentados de Hamás del pasado 7 de octubre. ¿Se puede ser más miserable? Identificar el terrorismo con un país, que además es amigo, y una cultura como la del flamenco. ¿Hay grados de mezquindad? Resulta que España se ha sumado al reconocimiento del Estado palestino junto a Noruega e Irlanda, y son 143 los Estados que ya lo han reconocido oficialmente como Estado soberano. Eso representa el 81 % de los miembros de la Asamblea General de la ONU, pero ya sabemos que Israel se pasa a la ONU por el forro, igual que EE UU. De la Unión Europea ya dieron ese paso Bulgaria, Chipre, Eslovaquia, Hungría, Malta, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia. Por lo que va a ser Israel quien se va a encontrar solo, por más apoyo que tenga de EE UU. En cualquier caso, lo curioso es que este ministro, el señor Katz, acuse a España de inquisitorial, cuando la historia reciente de Israel ha asesinado a muchísimas más personas que en siglos no solo de abominable Inquisición española, sino de execrable y santa Inquisición europea toda junta. Ese golpe bajo recuerda a la Leyenda Negra y a otras jugarretas propagandísticas en las que este País de la Piel de Toro se vio envuelto cuando era el más poderoso y las demás potencias iban contra él. No hay imperio que dure mil años, y acaba pasando factura al más pintado. Que Israel aluda a la España medieval para desprestigiar tiene que ver con una terrible bajeza moral y ruines argumentos. No solo no entienden la Historia, sino que no quieren entenderla. Como si ahora nosotros acusáramos a los judíos de haber crucificado a Jesús, ¿no parecería un chiste? Pues en ese estilo están, ya que todo lo que no sea decir sí, bwana es ser antisemita. A ver, que quede claro: toda la solidaridad habida y por haber con los oprimidos, con los pueblos oprimidos del mundo, con las causas de justicia social. Todo el repudio posible contra el latrocinio y la acumulación de riqueza absurda de este capitalismo absurdo, contra las guerras y contra la explotación de los seres humanos. Da igual si se llama Rusia o EE UU. Ponle equis. Da igual si se llama BlackRock o Vanguard, Rothschild o Rockefeller. Etcétera. Si en su día la Alemania nazi realizó la atrocidad del Holocausto, descargando todo su horror repugnante sobre los hebreos, y lo despreciamos, hoy tenemos que levantarnos también contra esa extrema derecha israelí y el genocidio que está perpetrando contra los palestinos. Eso, señores, no es ser antisemita, sino llamar a las cosas por su nombre y no tener que esconderse por decirlo. España es un país moderno, progresista y, aunque posee sus contradicciones, ha hecho lo que tenía que hacer. Intentar ensuciar la imagen de España es desviar la mirada. Es abyecto. Es rastrero. Ya se sabe que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.




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