Influencia

    12 abr 2021 / 09:47 H.
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    Hace siete años tuve la oportunidad de liderar un proyecto empresarial en nuestra provincia que consistía en identificar empresarios de diferentes sectores, ponerlos en contacto y a través de conformar grupos de trabajo y en base a reuniones planificadas, conseguir que desarrollaran un mayor espíritu colaborativo, que establecieran sinergias y que aumentaran su red de contactos profesionales y consecuentemente su facturación. Aquella iniciativa que comenzó con un primer grupo de 35 empresarios en nuestra capital concluiría para mí 3 años más tarde, con la satisfacción de haber conseguido que en torno a unos trescientos empresarios y profesionales autónomos se involucrasen en este modelo de desarrollo colaborativo, con cinco grupos de trabajo en nuestra provincia.

    Al primero de aquellos grupos lo llamé: Influencia. El escritor americano y experto en management Ken Branchard dijo que “hoy en día, la clave para un liderazgo exitoso es la influencia, no la autoridad” Se trata de una palabra con un significado especial. Una cualidad, de la que infelizmente en nuestros días, gozan pocos líderes con tareas de responsabilidad en lo público y en lo privado. La influencia es la habilidad de convencer a los demás utilizando argumentos (medios al alcance) adecuados, es decir, producir un impacto o efecto determinado sobre los demás. Esta habilidad para influir a los demás, siempre ha necesitado de ese factor multiplicador que pone en valor a las personas que lo tienen: la actitud. Aspecto éste que pone la guinda al pastel del liderazgo de las personas que sienten motivación y gusto por ser influyentes.

    En estas fechas parece que, a determinados líderes políticos les bastara con utilizar las herramientas tecnológicas y todo el aparato mediático a su alcance para tratar de convencer a terceros, confundiendo claramente la influencia con la manipulación. Produce sonrojo comprobar como día sí y día también salen a la palestra a opinar y expresar sus argumentos de manera torpe y sin fundamentos, comunicando sin ninguna credibilidad y generando entre los ciudadanos que asistimos estupefactos a sus comparecencias, una triste sensación de incredulidad y desconfianza.

    A diferencia, la Influencia sí que es legítima si se emplea la verdad y no se hace exclusivamente en beneficio propio. La encontramos en circunstancias en las que contribuimos a que los demás piensen, sientan o actúen de la manera que consideramos más apropiada. Es necesaria para conseguir que los demás actúen desde el compromiso y no desde la obediencia o la sumisión. Quizás por ser una cualidad escasa, la valoro tanto cuando la identifico en otros. Reconozco cómo me ayudó en mi trabajo constante por conseguir desarrollarla, la lectura de ”Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman o el ver la fantástica película de Peter Weir “El Club de los Poetas Muertos”. Obras maestras que recomiendo a muchos de estos nuevos líderes, que seguro podrán ayudarles en el conocimiento, la comprensión y el desarrollo de la influencia, de la que tan necesitados parecen estar.

    A muchos de estos que ocupan platós y emisoras en prime time con una clara inseguridad cuando se enfrentan a interlocutores firmes y que descuidan su lenguaje verbal y no verbal, su imagen y su forma de comunicar en general. A éstos, a los que les cuesta identificar las necesidades de sus interlocutores para adaptar su discurso y su estrategia. A éstos, que no sienten la mínima atracción por influir en los demás, les diría que empezaran por ser un poquito más empáticos, que cuidaran algo más su imagen y su lenguaje corporal, que adaptaran su mensaje por favor a cada uno de los interlocutores a lo que se dirigen, utilizando un lenguaje más formal, más cotidiano, o más técnico en función de a quién se dirijan. Les pediría igualmente una pizca de coherencia entre lo que dicen y lo que luego hacen. No pasa nada por informarse, documentarse y reflexionar con argumentos de base sólida y tratar de ganar, aunque sólo sea un poquito, de credibilidad.

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