Incertidumbre sanitaria

Como buen autónomo, casi antes de abrir los ojos, cada mañana miro el banco a ver si hay un menos delante de un número que no suele superar los 3 dígitos; ahora, hemos añadido a los abrazos matutinos, aseo, café, correo, postal y electrónico, los contagios. Con más miedo que un motero en una glorieta, esperamos no hacer el copia pega con los vecinos europeos, esos que, a priori, gestionaron tan bien la pandemia y también la están liando ahora, pollito. También suelo rezar porque nos den cifras; antes lo hacía para que fueran verídicas (el mismo Illa no se cree lo que le pasan, y pasa de lo que pasa), porque todo parece parecer que hemos perdido más de esa generación que, salieron de una guerra (para algunos y algunas tan cercana) para trabajar, labrar el campo, criar hijos, poblar fábricas y sembrar nuestro presente; si ahora vieran lo que hacen con las estatuas de Colón y Los conguitos, volverían a la era y al trigo... aún recuerdo con cariño lo que decía mi abuela, “a ver si la vida os sonríe, y podéis viajar como yo, que he ido hasta Charilla”. ¿Vendrá o no vendrá el rebrote? ¿Vencerán los superhéroes de mascarilla en codo y cuello, y fiestones apretados, o se impondrán los sensatos que aún no olvidan los aplausos diarios, las selecciones naturales en las UCI y los ERTES saturados...?