Importancia de la lata

Estamos claramente y sin discusión, ante una de las situaciones a las que se han venido refiriendo generaciones previas a la actual, cuando nos daban uno de esos ancestrales consejos vitales, moralizantes, si, pero impagables, cual era “no gastar más de lo que se tenía —o ingresaba— y guardar por si venían tiempos duros” —guerras, hambrunas, enfermedades—. Una vez más, la humanidad que algo venia aprendiendo, tras miles de años de acontecimientos turbadores, intentaba ayudar a sus herederos. Pero no sabría decir muy bien por qué, la acertadísima moralina dejó de cuajar en las conciencias del primer mundo, de la mano de la tarjeta de crédito y el querer vivir al día, a ser posible aparentando tanto o más que el pudiente de su barrio. Ahora, que vienen mal dadas con seguridad, esa baldosa, colchón o cubículo de metal-latón, se va a hacer valer una vez más. Y no será porque no se ha evidenciado su necesaria existencia, pues solo tenemos que recordar la crisis iniciada en 2008 y su decenio posterior. Esta orgullosa y engreída sociedad puede que lo haya desoído, esperemos que no haciendo innecesarios muchos Reales Decretos.