Idilios de abril

Se presenta el Lunes Santo con la semana de pasión por delante, preparados para llevar la pesada carga que nos imponemos a veces con una vida que no es la mandada. Yo que tanto odiaba los confinamientos de antaño ¿Qué le diera ahora a la primavera por encontrar un lugar apacible donde retirarme estos días? Sin tráfago de destinos de moda, ofertas de última hora, lugares que no hay que perderse, fotos de obligado cumplimiento con el ruido de fondo de traicioneros ósculos negros. Todo conduce a esta vía dolorosa que siempre termina en traición a la reflexión. Yo quisiera ser mar desde el huerto, como cantaba el poeta, y quedarme a ver en la distancia los fuegos de artificio que distraen al mundo desde el tranquilo y sereno vivir que otorga la colina del paraíso juanramoniano. Aquella finca del huerto de la Piña, con su casita blanca, su naranjal perfumado, donde juega la infancia con su mágico Platero a la sombra del pino eterno, ese pino paternal que el ventoso marzo nos arrancó de raíz y que espero resucite de nuevo en un precioso idilio de abril.