Ibernautas

29 nov 2022 / 16:48 H.
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La historia es como un torrente inagotable, es un inmenso río subterráneo que aumenta su corriente día a día bajo nuestros pies, y nosotros algún día formaremos parte de su caudal. La íbera es nuestra cultura ancestral primigenia. En esta tierra existen testimonios excepcionales de aquella remota civilización. La historia explica lo que somos, y nos permite descubrir lo que nuestros antepasados hicieron por sus descendientes, o sea, por nosotros. Y nos desvela, también, las claves que explican cómo hemos llegado a establecer los fundamentos sociales y culturales de nuestro presente. Pero sumergirse en la historia supone además emprender un viaje, una aventura que invita a evocar acontecimientos históricos y a invocar a sus protagonistas. Y el teatro constituye un medio ideal para dotar de luz y de movimiento tales evocaciones y para insuflar aliento y dotar de pulso a los protagonistas de tales acontecimientos. Por eso, cuando se tiene la oportunidad de adentrarse en una experiencia de recreación teatral de nuestros ancestros, podemos llegar a sentirnos como navegantes del tiempo en el mar de los íberos, como ibernautas surcando la corriente de la historia antigua. La arqueología y la fabulación van juntas de la mano apoyándose mutuamente.

El pasado y el presente dialogan e incluso discuten. La historia susurra advertencias al presente. Y la actualidad lanza reproches al pasado. La historia es madre de la actualidad y, como ocurre en todas las familias, a menudo hay enfrentamientos en su seno, pero les une la misma raíz y ambas recorren un mismo sendero que conduce al porvenir.

En Jaén tenemos la suerte de disfrutar del Museo Íbero de referencia y es un placer aportar nuestra creatividad a esta magnífica plataforma de contenidos a través de “Ibernautas” una obra teatral concebida para ser representada en ese espacio y cuyo fin es contagiar el amor por la historia. El museo es un vínculo de comunicación con los que nos precedieron, es un medio de conexión entre pasado y presente, y nosotros hemos intentado que los protagonistas de ese diálogo entre el “antes” y el “ahora” nos hablen y nos miren y nos cuenten sus esperanzas, sus anhelos, sus deseos y sus incomprensiones mutuas. Para ello hemos intentado buscar conexiones que permitan al público identificarse con los personajes de la obra de modo que deseen navegar de buen grado en esta singladura, surcando la historia a través de una aventura emocionante.

Ha sido un disfrute embarcarnos en este viaje, subiendo a la maravillosa nave de la cultura que es el Museo de Arte Íbero de Jaén, cuyas travesías en el océano de la historia nos pueden aportar momentos incomparables. Y es que el teatro, entre otras cosas, puede indagar en los yacimientos emocionales de la historia, excavando sentimientos fosilizados, extrayendo fragmentos de pasiones para tratar de revivirlas en escena. Las herramientas en este caso no son palas ni escobillas, sino la empatía y la sensibilidad. Y montados en la nave íbera del Paseo de la Estación, resulta hermoso convertir el escenario en una vitrina de exposición en la que brilla radiante la poesía de la historia, y también la magia de la arqueología, ciencias capaces de hacer que las piedras del subsuelo descifren el pasado y que resuenen los latidos que mucho tiempo atrás dejaron de palpitar.

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