Humana y divina
Los jueces son humanos. Toma descubrimiento. Y aplican justicia divina. Que ya cuesta descubrirla. Y son de derechas, de izquierdas, del Madrid, del Barça... y humanos. Tienen el deber moral, legal y estatutario de ser imparciales. Pero siguen siendo humanos. Están imbuidos de la clase política y social que nos rodea. Y, como recordemos humanos son, están hasta los webs. O webas. Que sus señorías también tienen género, sexo o como se llame ahora. Y si en juicios como el del chulo Rubiales, que tras hacer mil y una, lo han pillado como Al Capone, por la “memez” de defraudar, se hartan. Más que un chiquillo en una tienda de chuches. Y muestran su hartazgo. Como el juez de Errejón. Yo sí te creo, pero no tanto. Y su señoría macho interroga a la agraviada más que al pequeño Milhouse. En este caso, el personaje parece que cuenta con el beneplácito papal, pese a no ir a misa. Ay los directos. Qué sería de la vida si tuvierais las cámaras de Gran Hermano... Puede que se nos haya ido la mano en juzgar lo juzgable queriendo hacerle los deberes a sus señorías. Pero mientras dure el circo, qué más da. Que me den un picotazo o un besito. Que ya si eso... pan. Al pueblo pan y circo.