Hoy es el gran día de la democracia

    20 dic 2015 / 10:52 H.

    Hoy es el gran día de la democracia, la gran festividad de los pueblos libres. Todo el conjunto de los ciudadanos acudiremos a las urnas a ejercer nuestro derecho, a demostrar a la clase política que nuestra voz está ahí, que tenemos memoria, que no olvidamos leyes como la “Ley Mordaza”, que no vamos a ser condescendientes con los ladrones ni con los corruptos, porque aún tenemos muy recientes a Bárcenas, Camps, Rato o los EREs, que queremos gente nueva, que estamos cansados.

    Hace poco vi un vídeo-reportaje de un youtuber llamado: “Elecciones generales y políticos jóvenes”. En él se nos muestra a una serie de jóvenes que son preguntados sobre su intención de voto y la justificación de la misma. El resultado no puede ser más vergonzoso. Demostrando un analfabetismo político bastante marcado a la par de las ya frecuentes carencias en cultura general que suele ser tomadas ya como signo inequívoco de las jóvenes generaciones. Ésas que precisamente en no poco tiempo serán médicos, abogados, ingenieros, profesores. Ésas que formarán, a su vez, a la siguiente generación, estarán a la vanguardia tecnológica, velarán por la Constitución y tendrán en las manos nuestras vidas. Una nueva generación que ya es reconocida como la de los “ninis” porque ni estudian ni trabajan. Un movimiento de disconformidad que emergió con el 15M, tildado de “perroflauta” por el Gobierno de turno; esa generación, nuestra generación, condenada de antemano. Y la verdad, que visto lo visto, quizá lleven razón y aún no sea posible un relevo generacional.

    ¿Dije que no podía ser más vergonzoso? Rectifico, sí puede serlo. Yo pertenezco a esa generación. Pues resulta que yo sí que sé lo que es el sufragio universal, también distingo entre socialismo y liberalismo y que para conseguir mi voto no basta con una sonrisa y mucho humo adornado con palabras bonitas. No. Siempre he pensado que para engañar hacen falta dos personas: el que miente y el que se lo cree. Así que ya basta de decir “eso no es lo que prometieron”; “nunca hacen lo que dicen”; “son todos unos mentirosos”, “da igual unos que otros”. Dejemos ese victimismo y asumamos nuestra parte de culpa. Esa culpa que adquirimos en el momento en el que pensamos que leer todos los programas políticos es una pérdida de tiempo o en la que nuestro voto se ha convertido en un “he leído y acepto los términos y condiciones y estoy conforme” para así poder orgullosamente, a los cuatro vientos, que tu voto ha ido, y siempre irá, al mismo sitio. Porque recordemos que tanto nuestro voto como nuestra abstención, nos hacen cómplices.

    Uno no puede olvidar a la Historia, esa gran rueda cíclica que nos hace caer una y otra vez lo mismo. Sí, aunque pensemos que el siglo XXI es único einigualable. Aunque quieran convencernos que hemos tenido unos años de sana y novedosa democracia bipartidista Aznar/Rajoy-Zapatero/Rubalcaba. ¿Es que nadie recuerda a Cánovas y Sagasta? Pues sí, señoras, señores, se ha construido un gran circo, una enrevesada mentira con actores y actrices, como otrora se hiciera en este mismo escenario pero con distinto elenco para representar la misma obra. Volvamos al presente, a estas votaciones con aroma navideño que tanto hype han creado. Construyamos de nuevo el mapa político. Representemos una nueva obra con el guión abierto y los protagonistas que queramos.

    Es el momento de ejercer nuestro deber. Claro que sí, lo había olvidado, votar también es un deber. Por lo tanto seamos ciudadanos responsables y vayamos a votar sabiendo la responsabilidad que tenemos haciéndole el honor que merece.