Hotel de mil estrellas

    17 dic 2021 / 16:36 H.
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    Ya lo pensaba Maslow cuando, en su pirámide sobre la motivación humana, incluía a la vivienda en el segundo nivel después de las necesidades básicas para la supervivencia, concretamente, en el escalón de las necesidades de seguridad, junto a la salud y la economía. Un lustro después de esta teoría, la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que las personas tienen derecho a un nivel de vida adecuado que les asegure, entre otros muchos, la vivienda. Pese a que en el Derecho Comunitario Europeo la vivienda ya se considera un derecho fundamental, en España aún no cuenta con las garantías necesarias para ello, ya que la Constitución Española en su artículo 47 invoca el “derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” como un principio rector de la política social, con todas las limitaciones que esto supone, al no vincular a todos los poderes públicos para que se cumpla y sin posibilidad de amparo ante el Tribunal Constitucional. No se entiende cómo en un estado social y democrático de derecho, miles de personas duermen al raso y sueñan cada día con disponer de cuatro paredes y un techo. Lágrimas y sonrisas se mezclan cuando dicen que viven en un hotel de mil estrellas.

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