Hedor a cloacas

    26 oct 2020 / 16:26 H.
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    Todos los Estados disponen de cloacas. Servicios de inteligencia y espionaje, fondos reservados, informaciones secretas a las que los ciudadanos del común nunca podrán acceder. Y personajes que fundamentan su poder, y sus suculentas ganancias, en su capacidad de chantaje, en la extorsión a otros personajes más poderosos que ellos. España conoce muy bien el hedor a cloacas. Sigue habiendo demasiados temas tabúes. Ocultaciones, manipulaciones, bulos y montajes. El tan famoso y repudiado hoy comisario Villarejo, ¿no fue en 2014 el valedor de Pablo Iglesias y se prestó a impulsar Podemos, resultando incluso elegido como eurodiputado? ¡El idilio duró hasta marzo de 2016 en que se pasó al PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña)! ¡Qué lejos quedan ya aquellas promesas de limitación de mandatos y de sueldos públicos, de transparencia, de lucha contra la corrupción! Todo un triste teatro. Hoy los ciudadanos contemplamos atónitos como, en situaciones generalizadas de pobreza, de desgracias y de pandemias, vale todo para destruir al adversario. Para enfrentarnos política y socialmente. Para inventarse un sinfín de chiringuitos ideológicos, totalmente prescindibles, que solo sirven para practicar el nepotismo, o sea, para que cada cual coloque a los suyos. Para esconder, con aromas de consigna, el hedor a cloacas.

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