He tenido un sueño

06 jun 2019 / 08:42 H.

He soñado con una gran nave que, perdida en mitad de la inmensidad del mar, estaba a la deriva, presa de las violentas embestidas de las olas que provocaba una terrible tempestad. Una ingente cantidad de pasajeros se agrupaban temerosos sin conocer qué sería de ellos mientras otro grupo de pasajeros, con más o menos conocimientos, discutían, peleaban, sin ponerse de acuerdo quién de ellos debería coger un timón sin guía. Todos querían ser los héroes, los protagonistas que se ganaran los honores. Pero la discusión se prolongaba, no parecía tener límites, mientras la angustiosa situación de la nave se hacía más trágica a cada momento ante la desesperación de unos pasajeros que no entendían esa disputa que no aportaba ninguna solución. Cuando desperté, el sueño —como todos— se fue desvaneciendo, pero entonces me asaltó una pesadilla. Ese sueño no fue una fantasía, sino que es la realidad que se vive en esta España nuestra. Una nave que camina insegura, llena de dudas y problemas, donde miles de ciudadanos pasajeros no tienen futuro, donde los embates de las políticas nos hacen sentirnos inseguros. Todos quieren coger el timón y no demuestran demasiados escrúpulos en tratar de conseguirlo. Los partidos comercian con los votos como se hacía con el café y el azúcar en tiempos de estraperlo. Es difícil que en este mercadeo alguien piense en la ciudadanía. Todos quieren asegurarse el poder y el sueldo lo más elevados posibles. Lo que deseaban quienes les votaron ya no cuenta. Todos los votos tienen un precio para los políticos, aunque no tengan ningún valor para el votante. No se entienden esos vaivenes del Psoe, de Ciudadanos, de Vox, de Podemos. No buscan alcanzar lo que le convenga al pueblo sino a su partido. Tampoco se entiende —a no ser por las ventajas que encuentran— ese empecinamiento de determinados políticos por permanecer en nómina a perpetuidad, aunque tengan bien poco que aportar. ¿Qué peso tiene Alberto Garzón en la política española? Un político que vio que su partido iba camino de la desaparición —un declive que inició Gaspar Llamazares en el Partido Comunista— y que se refugió a la sombra de Podemos, donde nadie escucha su voz, quizás porque no tiene nada que decir. Es igual. El sobre le llega cada mes y eso hay que tratar de conservarlo. Ya se sabe que la vida es dura, para unos más que para otros. A veces los sueños, los buenos sueños, nos hacen tener ilusiones. Pero este sueño mío no es de esos.