Halo de leyenda

    19 jun 2024 / 13:41 H.
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    La realidad limita el pasado. Después del tiempo transcurrido, parece una paradoja que la naturaleza de lo conseguido en su día, hoy se nos antoje una utopía fracasada. Aquello que fue en su momento irrealizable, dejó de ser inverosímil, para leerse en clave de triunfo popular. El ensayo democrático cumplió con creces su papel teórico-práctico, dentro de los estrictos márgenes de la democracia recién creada. Creímos en la infinita suerte de vivir una época única, de hecho, quienes habíamos creído en la consolidación de un soñado modo de vida, se había restablecido por méritos propios, pero nos encontramos con la sorpresa mayúscula de que las garantías constitucionales podían convertirse en una cortina de humo y que la historia nos habría vuelto a gastar una broma pesada y cruel, pues el tiempo ha sacado a la luz los detalles escabrosos de un sistema deshilachado por las costuras. Lo cierto es que poco se puede hacer cuando lo conseguido, o sea, un sistema político legal se subvierte y encima presuman de ello quienes perpetran un cambio radical. Hoy hemos de preguntarnos qué entendemos por una libertad devorada por palabras de ciudadanos que no salen en defensa de su democracia y ya miran con los ojos del que puede perderlo todo. Qué crucial resulta aprender a mirar para adecuar la energía a las necesidades actuales que vienen cargadas de sorpresas a las que habrá que prestar una atención especial. La imposición de insólitas exigencias que exigen los resultados electorales, advierten de que el camino tomado, terminará por transformar la sociedad que conocemos. Aseguremos el respaldo de los demócratas como alternativa al riesgo que corre la democracia. Hay que desvelar la ira popular que reacciona y da pie a fenómenos legítimos que rechazan la corriente antidemocrática. Desde sus inicios, acciones de protesta popular, corrían paralelas a los lesivos e injustos argumentos que han acompañado siempre a los indiscutibles urdidores de tramas montadas con la sola idea de comerse el mundo. Un halo de leyenda se cierne sobre unas conquistas sociales que pretenden abolir a la mínima de cambio y nos pueden dejar con un palmo de narices y muy alejadas de nuestro alcance. Algo se ha atascado en la tradición democrática y el miedo ensaya nuevos caminos para personas desconcertadas, obligadas a salir de sí mismas para cumplir con unos preceptos democráticos que se argumentaron como sobreentendidos. La realidad nos ha demostrado que no hay que dar nada por supuesto, esa realidad nos ha enseñado que no hay que bajar la guardia, sino mantener la atención sobre las ideas que inspiran la democracia y a los demócratas que asumieron la obligación de hacerse entre todos con el hilo conductor de un enfoque democrático que a posteriori señalara el camino de una tradición basada en la defensa de las libertades. Se impone de nuevo el lenguaje de personas que se expresan en una misma lengua y son las responsables de recuperar la forma de ser característica de un pueblo que desea vivir en paz dentro de un sistema que trascienda la mera inmediatez de influencias que minimizan el rol democrático. Cuánto desearía seguir manteniendo la fe en intelectuales que se ponen de perfil cuando la crispación actual los necesita para contrarrestar las cosas que pueden llegar a decir quienes con sus “fortalezas” pretenden convertir en débiles las instituciones democráticas.



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